El nuevo contexto internacional abre una infinidad de oportunidades para Argentina como proveedor seguro de energía, alimentos y minerales, entre otros. Pero no es menos cierto que para desarrollar todos esos sectores se necesita multiplicar el nivel de inversiones. En eso hace hincapié la Cancillería en cada foro o reunión bilateral. Previo a la cumbre del G20, el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Santiago Cafiero, tuvo un encuentro con el Fondo Saudí para el Desarrollo, que posee un capital de u$s8.300 millones y préstamos acumulados por u$s16.200 millones.
Según confirmaron fuentes oficiales, durante los encuentros de trabajo que mantuvo Cafiero, “se abordó el financiamiento de obras de infraestructura a través del Fondo Saudí para el Desarrollo”. En esa línea, se remarcó “la importancia de las iniciativas estratégicas para hacer frente a los desafíos de la adaptación al cambio climático”. Por su potencial en energías renovables y de transición, Argentina aparece como un jugador relevante en el sector.
En febrero, el canciller encabezó una gira por Medio Oriente que dejó como saldo la estructuración de financiamiento para distintos proyectos de infraestructura para el desarrollo de Argentina por más de u$s1.000 millones en el próximo bienio. Ante la dificultad de conseguir otras fuentes de financiamiento, el Gobierno busca acelerar y sumar desembolsos del Fondo Saudí.
Según detallaron desde la Cancillería, “en las charlas hubo avances para que financien obras específicas, pero todavía no tenemos una confirmación de que ampliarán la programación vigente”. Un detalle no menor es que el Fondo Saudí para el Desarrollo posee un capital de u$s8.300 millones y préstamos acumulados por u$s16.200 millones.
Durante la gira, también se abordó la cuestión comercial. Según explicaron en el Gobierno, las oportunidades para ampliar las exportaciones se centran en el sector de agroalimentos, como carne aviar, en productos medicinales y farmacéuticos. También en productos lácteos, preparaciones para la alimentación infantil, soja, huevos y frutas. El 95% del territorio de Arabia Saudita se considera un desierto o semidesierto, sólo el 1,45% de la tierra es cultivable, lo que convierte al país en un importador neto de alimentos.