En medio del ajuste impulsado por el gobierno de Javier Milei, el Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina se desplomó 5,1% en el primer trimestre de 2024, respecto del mismo período de 2023, informó el INDEC este lunes. La profundización de la recesión fue explicada fundamentalmente por las caídas en la industria manufacturera, el comercio y la construcción. Según los datos históricos de la serie de INDEC, la contracción de la economía doméstica fue la más aguda para un primer trimestre desde 2019, cuando la actividad sufría las consecuencias de las corridas cambiarias que provocaron una fuerte devaluación y sentaron las bases para el acuerdo entre el gobierno de Mauricio Macri y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La inversión privada fue el componente de la demanda del PBI más golpeado, con un desplome del 23,4% en términos interanuales. Por su parte, el consumo, componente de mayor peso en lo que se produce fronteras adentro del país, registró una caída del 6,7%, mientras que el gasto público se redujo 5%. La performance del comercio exterior compensó parcialmente las bajas, ya que las exportaciones mejoraron 26,4% respecto del año pasado, en buena parte debido a la baja base comparación ya que 2023 estuvo atravesado por una de las peores sequías de la historia, lo cual perjudicó las ventas externas de los principales cultivos del país. Respecto del trimestre inmediatamente anterior, la economía se contrajo 2,6%, siendo también la inversión la más perjudicada con un retroceso del 12,6%.
En una conferencia de prensa que no calmó ninguna de las principales ansiedades del mercado sino que simplemente apuntó a posponerlas, el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, anunciaron la segunda fase de su plan económico, consistente en “la emisión cero” y terminaron de atar su suerte a un muy exigente desempeño fiscal,
Ambos funcionarios informaron el mecanismo que se negociará con los bancos a partir del lunes para consolidar la liquidez de los pases en una letra administrada por el Banco Central, que fijará el nivel de tasa de interés, pero que será emitida por el Tesoro, que deberá hacerse cargo del pago de esos intereses.
Esa decisión, similar a lo que ocurre en otros países, incluido Brasil, implicará un esfuerzo mayor para el buen desempeño de las cuentas públicas. De acuerdo a los cálculos preliminares de los analistas, el superávit primario necesario para sostener este esquema debería mantenerse entre 0,4% y 0,5% del PBI. Para dimensionar el esfuerzo, en mayo, el superávit primario se ubicó en torno al 1% del PBI, lo cual marca el ambicioso objetivo de ahorro adicional que se autoimpuso el Gobierno.
Esa cuenta, de todos modos, tiene algunos atenuantes: en la medida en que los depositantes no tengan dudas respecto de la solidez del sistema o, fundamentalmente, consideren más atractivo mantener sus colocaciones en pesos en vez de dolarizarse, los intereses que hasta ahora paga el Banco Central con emisión monetaria y que debería pagar el Tesoro con recursos genuinos se capitalizarán.
Eventualmente, la gran apuesta del equipo económico a mediano largo plazo es que la reapertura del mercado de capitales primero y, recuperación económica mediante, el regreso del crédito después, esas letras se puedan refinanciar sin dificultad e, incluso, se reduzca su demanda, ya que para los bancos -en un contexto ideal o, al menos, tal como funciona en otros países- sería más rentable orientar su liquidez hacia el sector privado que hacia el público. En cualquier caso, la tasa de interés jugará un rol primordial.
“En este esquema no se puede perder bajo ningún punto de vista la pata fiscal. Se va a necesitar un superávit primario mensual de al menos $2 billones, eso equivale a 4,5 puntos de superávit primario para el año que viene. De lo contrario, no van a cerrar los números ya que no hay ningún acceso al financiamiento”, señaló el socio de Delphos Investments, Leonardo Chialva. “Lo cierto de todos modos es que, mientras todos estos instrumentos están en manos de inversores locales, fondos, bancos, el problema no es grande. El punto es que cuando entran los fondos del exterior, como pasó hace algunos años. Pero no se puede perder bajo ningún concepto el ancla fiscal”, agregó.
Hay un país vecino donde el Tesoro emite títulos que devengan y pagan la tasa de política monetaria que fija el Banco Central. Y claro que tiene impacto subirla, pues afecta el resultado fiscal consolidado. Se llama Brasil (Gabriel Caamaño)
En otros términos, existen dos lecturas posibles del anuncio. Por un lado, la inquietud que puede despertar el cambio de deudor. Pero, por el otro, la decisión puede leerse como la renovación de votos con el compromiso fiscal que, hasta el momento, resulta indubitable en la actual gestión.
“Hay un país vecino donde el Tesoro emite títulos públicos que devengan y eventualmente pagan la tasa de política monetaria que fija el Banco Central. Y claro que tiene impacto subirla, porque afecta el resultado fiscal consolidado. Se llama Brasil”, indicó el economista Gabriel Caamaño, quien también puso énfasis en la misma cuestión que Chialva. “La diferencia clave, sería que hay superávit suficiente para más que compensar. O sea, de nuevo, lo importante es el ancla fiscal. El corazón es ése”, resaltó.
En cualquier caso, el plan anunciado mediante el cual los bancos accederán a una letra de regulación monetaria para colocar sus excedentes, que será administrada por el BCRA pero se computará en el balance del Tesoro, permitirá a la autoridad monetaria cerrar una canilla de emisión monetaria, lo que apaga uno de los principales motores de la inflación.