El joven pastor David desafió al colosal Goliat y armado solo con una honda y cinco piedras lisas, proclamó: “Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del SEÑOR de los ejércitos”; el desenlace ya es conocido.
Este relato épico del Viejo Testamento nos recuerda que los triunfadores escriben la historia, el tiempo opaca la figura del derrotado, que luego si es conveniente pasa a engrosar el mundo del olvido.
¿Quién fue Goliat? ¿Cuál es el origen de este guerrero? Meticulosamente, como las gotas que se escurren por un impermeable, la historia oficial ha dejado caer en un agujero negro al ejército de gigantes que poseían los filisteos.
Sí; Goliat no era el único gigante, según los relatos de la época, medía seis codos y un palmo de alto, lo que equivaldría a 2,70 metros.
Descendía de los Refaítas, una antigua raza de personas que habitaban Transjordania en tiempos antiguos; tierra de gigantes según la Biblia.
¿Cómo es posible que historiadores y antropólogos no encuentren vestigios de una civilización con individuos de tal tamaño? Los orígenes de estos gigantes se remontan al comienzo de los comienzos. En el Viejo Testamento, en el pasaje del Génesis 6:2-5 de la Biblia dice: “viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”.
¿A quién se refiere la sagrada escritura cuando nombra a “los hijos de Dios”?
Un texto apócrifo que no formó parte del canon
Bíblico tradicional arrojaría algo de luz a este cuestionamiento. “El Libro de Enoc” que fue bisabuelo de Noé, describe a los “Vigilantes” (ángeles caídos) que desobedecieron a Dios, y que al unirse con mujeres humanas, engendraron a los Nefilim, una raza de gigantes.
Si el caballo de Troya fue considerado hasta no hace muchos años un mito, ¿por qué no reconsiderar el mito de los gigantes?
En la literatura abundan descubrimientos que por una razón u otra han sido vedados al público general o ridiculizado; es el caso de Cumberland, Reino Unido, en donde se descubrieron en plena Edad Media, los restos de un gigante de 4,5 metros. Y que en una controversia con las autoridades eclesiásticas se destruyeron los restos fósiles antes de poder ser catalogados.
En el Valle del río Ohio, Estados Unidos, cuando los colonos se adentraron en los Montes Apalaches, hallaron montículos artificiales de un tamaño gigantesco. Según los indios Delaware, estos montículos habían estado allí desde siempre. Cuando los colonos excavaron para ver qué había bajo aquellos montículos, encontraron decenas de restos humanos gigantes, de unos 2,74 metros de altura.
Recientemente en el año 2008, un granjero descubrió lo que parecía ser una tumba, en las Montañas del Cáucaso en Georgia. Los restos óseos fueron estudiados por el Profesor Vekua, conocido por descubrir los restos del Homo Erectus Georgicus de 1,8 millones de años de antigüedad.
El investigador afirmó que los huesos pertenecerían a personas con una altura estimada de entre 2,5 a 3 metros. Los huesos se guardaron en el archivo de un museo de Georgia, y nunca más se supo de ellos.
La idea de una raza de gigantes ha fascinado a la humanidad durante siglos; a lo largo de la historia, mitos, leyendas y textos antiguos han corroborado su existencia, pero la ciencia los sigue negando.
El 9 de abril de 2022, Andrew Dawson capturó la atención del mundo en la red social Tick-Tock, al grabar lo que parecía ser un gigante en la cima de Whistlers Peak, en Canadá.
Convencido de lo que había visto, se adentró en una investigación que lo llevó a enfrentarse a extraños sucesos, que incluyo la visita de agentes de la CIA.
Posteriormente Dawson declaro que todo había sido un montaje, dejando a sus seguidores perplejos.
A pesar de su confesión, Andrew comenzó a verse incómodo y asustado en sus videos posteriores. Desapareció abruptamente de las redes el 17 de mayo de 2022, y un obituario anuncio su muerte el 1 de julio 2022.
Los gigantes, vástagos impíos de los ángeles caídos, siguen buscando un lugar donde la negación y la fe convergen en la búsqueda del perdón.
En el umbral de la Red, donde todo se oculta tras un oscuro tapiz, los ojos digitales acechan a los buscadores de la verdad. Ten cuidado, la sombra que te sigue esta noche podría ser la última que veas…
Autor: Juan Pablo Quintanal
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