Sabemos que la humanidad está atrapada en un «eterno retorno», condenada a repetir los mismos errores una y otra vez. Es solo cuestión de tiempo.
Por más esfuerzos que se hagan, las generaciones que no han sufrido la guerra no perciben la destrucción y la tristeza que esta provoca. Así, vuelven a creer que la violencia es el único camino.
La idea de viajar en el tiempo ha fascinado desde siempre a la mente humana, y la utopía de un grupo de personas que viajan al pasado para solucionar los problemas del presente ha dado origen a multitud de escritos y películas. ¿Es posible viajar en el tiempo? ¿Podría algún artilugio tecnológico permitirnos desplazarnos en esta dimensión, alterando los hechos ya ocurridos?
En 1975, Estados Unidos e Italia, formaron un grupo de científicos para verificar la autenticidad del Sudario de Turín. Juan José Benítez, periodista y escritor español, fue asignado como cronista. Presenció de primera mano cómo todos los esfuerzos de los científicos por detectar un fraude en el sudario, eran demolidos, por los datos que este entregaba.
A tal punto quedo convencido, que abandonó su carrera de periodista para dedicarse a la divulgación de la autenticidad de esta sábana sagrada.
En 1983, mientras Benítez daba una charla sobre el Sudario de Turín en Estados Unidos, un militar retirado que se encontraba en la audiencia, conocido luego como, “El Mayor”, conmovido por la pasión con la que el escritor defendía la autenticidad del manto sagrado, decidió contactarlo en secreto.
En ese encuentro le entregó unos manuscritos meticulosamente escritos, en los que se narra cómo dos militares, Jasón y Eliseo, fueron enviados a la Palestina del siglo I mediante una máquina del tiempo, construida por el ejército estadounidense. Durante su viaje, los protagonistas se encontraron con personajes bíblicos como Jesucristo, los apóstoles y Poncio Pilato.
De estos escritos surgieron los libros de la saga “Caballo de Troya”.
¿Ciencia ficción o una realidad para la cual no estamos preparados?
Relatos a nivel mundial que todavía no han sido refutados por la ciencia, darían veracidad a los escritos de Benítez. Un ejemplo de ello, es la calle “Bold Street” en Liverpool, Inglaterra, donde se han reportado múltiples casos de saltos temporales. Según varios testimonios desde la década de 1990 hasta la actualidad, las personas que caminan por esta calle, han experimentado momentos en los que parecen retroceder en el tiempo mientras avanzan por las veredas, observando cambios en la arquitectura, la vestimenta de las personas y los vehículos, como si estuvieran en décadas pasadas, especialmente en los años 50 y 60. Experiencias vividas en las que detallan lugares y nombres que sería imposible de reconocer para estas personas.
Podemos juzgar a la ligera los escritos de Benítez o los episodios de Liverpool y seguir considerando el viaje en el tiempo una pura fantasía, pero cuando muchas campanas suenan iguales, resuena la verdad.
George Orwell, en su novela “1984”, dice: “Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado”. Esta intrigante frase refleja la idea de que el poder sobre la narrativa histórica puede influir en el curso de los eventos futuros. ¿Qué pasaría entonces si pudiéramos cambiaran los hechos del pasado? ¿La historia se reescribiría? ¿Nos daríamos cuenta del cambio en estos hechos o nuestra memoria también los borraría?
Sergio Puchetta conmocionó a General Pico, La Pampa, en marzo de 2006. Cabo de la policía provincial, estaba patrullando una zona rural minutos antes de las 22 horas, cuando vio un resplandor rojo sobre un monte. Creyendo que eran cazadores furtivos, intentó acercarse a las luces, pero vivió una experiencia extraordinaria que marcaría el resto de su vida.
Puchetta desapareció durante 18 horas. Cuando lo encontraron, a 28 kilómetros de distancia de su última ubicación conocida, estaba en posición fetal, cubriéndose la cabeza con los brazos. Llevaba puesto su uniforme de policía, totalmente seco y limpio, a pesar de que había llovido copiosamente hasta un par de horas antes.
Lo que inicialmente se consideró como una “abducción “que dejó al policía en un estado de shock, del que no lograba recuperarse.
Algo en él se había quedado detenido en el tiempo. La pregunta correcta no era ¿Dónde había estado?, sino ¿cuándo?
El episodio se conecta con el hilo de nuestro relato tras analizar su teléfono celular, el cual había quedado tirado. El dispositivo mostraba la fecha del día , pero del año 2028…
Nos enfrentamos a la inquietante posibilidad de que el tiempo no sea una línea recta, sino un laberinto lleno de trampas y enigmas. El tiempo puede ser un enemigo silencioso, capaz de alterar nuestra realidad en un abrir y cerrar de ojos.
Mantente alerta, porque lo que hoy consideras seguro y conocido, mañana podría ser un eco distante de un pasado que no existió...
Autor: Juan Pablo Quintanal
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