Aproximadamente en el 356 a.C., Alejandro Magno entendió que la expansión militar no solo conquistaba territorios, sino también imaginarios colectivos, sus campañas entre 334 y 323 a.C. moldearon culturas enteras bajo un mismo mando. Siglos más tarde, la Iglesia, bajo el liderazgo del Papa Inocencio III, consolidó un poder espiritual nunca antes visto, que regulaba la vida política y social de Europa, demostrando que la fe podía ser tan eficaz como la espada.
En nuestra era, la dominación de las masas ha mutado. Lo que antes se ejercía desde el poder militar y luego el espiritual, fue preparando el terreno para que el poder se dispute ahora en el ámbito digital.
El 17 de noviembre de 2025, mientras el mundo estaba distraído por conflictos geopolíticos, crisis energéticas y tensiones sociales, comenzó una migración, casi sin cobertura mediática, al estándar obligatorio ISO 20022 para pagos internacionales.
Un cambio histórico que transformará, de forma definitiva la infraestructura financiera global.
El 22 de noviembre de 2025 luego de solo 5 dias , la transición fue definitiva.Del antiguo sistema SWIFT se pasó de un plumazo al estándar ISO 20022. Es el mayor cambio en los pagos internacionales de los últimos 50 años, y desde el punto de vista de analistas independientes, el comienzo del fin de la libertad económica de las personas.
Las implicaciones estratégicas de este cambio son inusitadas, abre la puerta a la tokenización definitiva de activos, la integración con blockchain y un control más centralizado de la información financiera global.
Aunque se presenta como una modernización, la norma ISO 20022 refuerza los objetivos antiguo SWIFT y centraliza silenciosamente el poder de los grandes bancos sobre el flujo financiero mundial, ampliando asi mismo el yugo que el Estado puede imponer a los ciudadanos.
Cada transacción ahora lleva más datos, lo que aumenta la capacidad de vigilancia y reduce la privacidad. En un mundo con desigualdad digital, los países y actores sin infraestructura tecnológica adecuada quedarán rezagados, profundizando la brecha financiera global.
De adopción universal, ninguna potencia se opuso o alzó la voz. El proceso se realizó sin consulta pública ni debate político amplio, lo que refuerza la percepción de que fue una élite quien tomó la decisión técnica global.
Este sistema prevé que para el 2030 el uso de dinero tangible será residual. Los bancos ya hacen lo suyo ofreciendo descuentos solo si se usan aplicaciones o códigos QR. Paulatinamente, y en dosis homeopáticas, se acostumbra a la población a no tener efectivo. La eliminación del dinero físico no es solo un cambio técnico, sino un cambio civilizatorio. Pasamos de los billetes que podías guardar bajo el colchón a un sistema donde cada centavo está bajo la órbita del Estado y los bancos.
Un pionero en este tipo de control fue el gigante asiático. El dinero digital emitido por el Banco Popular de China se diseñó con funciones “programables”. Puede limitarse a ciertos usos, expirar en determinada fecha si no fue utilizado o impedir transferencias fuera del país y puede ser aplicado a una persona o grupo, sin afectar al resto de la población.
No es de extrañar que, al buscar información, la compra y el atesoramiento de oro y plata hayan tocado los máximos históricos hasta la fecha. Estas son junto a las piedras preciosas las únicas reservas de valor tangible con las cuales se podrá negociar fuera del sistema.
Aquí es donde la narrativa se vuelve personal. Y una mañana, luego de un acalorado debate en los claustros universitarios en donde vehementemente te oponías al sistema de vigilancia y control de la educación, decides relajarte e invitas a tu novia a comer. Al abrir la aplicación bancaria para abonar la consumición, aparece un mensaje inesperado: “Ingreso retenido por verificación de origen”. No había explicación, el dinero estaba allí, pero inaccesible. Tu novia paga sin problemas.
Decides probar suerte en un viejo cajero para saber qué podía pasar. Ya no hay billetes, solo una pantalla que ofrecía “tokens de consumo”. Al intentar obtener alguno de esos tokens para devolver el dinero de la cena, apareció una advertencia: “Fondos habilitados únicamente para alimentos básicos en un área de 200 metros de tu domicilio”. Tu salario tokenizado había sido programado para obedecer órdenes invisibles.
Los días siguientes fueron aún más inquietantes. Una tarde, tras asistir a una reunión vecinal crítica con el gobierno —ya que a muchos les sucedía lo mismo que a ti —, una aplicación comenzó a emitir un zumbido en los teléfonos de todos los asistentes: “Tu cuenta ha sido congelada”. El sistema había decidido que eran un “riesgo social”.
Parece ciencia ficción, pero no lo es. En Canadá, en el año 2022, durante las protestas de camioneros contra las restricciones sanitarias, el gobierno ordenó congelar cuentas bancarias y bloquear transferencias digitales de personas vinculadas a las manifestaciones.
Y así, una vez más, los llamados conspiranoicos económicos del 2008 se transforman en profetas. Y cuando el dinero es código, la dominación social ya no necesita ejércitos ni dogmas, basta con apagar tu cuenta….
Autor: Juan Pablo Quintanal
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