Los días de la Guerra Fría, aquellos tiempos de zozobra y espías, han quedado relegados al pasado. En la década de los sesenta, la televisión era el oráculo que nos auguraba próximas catástrofes; las agencias de inteligencia, en su lucha silenciosa, desplegaban un tablero de ajedrez donde cada movimiento era anticipado por la sagacidad de sus agentes. La intriga y el misterio se entretejían en los salones y callejones de las grandes capitales, escenarios de un drama que hoy, en retrospectiva, adquiere un cariz casi inocente.
La sofisticación de aquella época ha dado paso a una sociedad que, saturada de información, parece haber perdido la capacidad de discernir la inminencia del peligro. Vivimos en la era de la híper conexión, donde las inteligencias artificiales, esas entidades abstractas y omnipresentes, configuran un futuro inescrutable.
Los semiconductores, esos artefactos diminutos y esenciales, son el alma de la IA, y Taiwán se erige como el guardián de este nuevo poder, poseyendo una de las máquinas litográficas más avanzadas para el diseño de semiconductores y, por así decirlo, tiene el monopolio. Es un país altamente tecnificado, con una ubicación geográfica desfavorable, por supuesto, desde el punto de vista de los EE.UU., ya que está en el patio trasero de China.
El gigante asiático ha desplegado su poderío militar en un gesto que trasciende la mera demostración de fuerza. La investidura de un nuevo presidente en Taiwán ha sido interpretada como una “amenaza” , las maniobras militares en torno a la isla son en realidad un mensaje cifrado dirigido a los Estados Unidos como respuesta al azote impositivo que Joe Biden aplicó a la industria roja.
El presidente de Estados Unidos anunció este martes nuevos aranceles aduaneros por valor de 18.000 millones de dólares a las importaciones de productos de China, de los cuales los más afectados son los vehículos eléctricos, con gravámenes que pasan del 25% al 100%, como dardos lanzados en una partida que se juega en el terreno económico, se buscan herir la industria automotriz eléctrica del adversario.
Las IA dependen del desarrollo e innovación de los semiconductores; aquellos que lideren el desarrollo tendrán ventajas estratégicas, China lo sabe perfectamente y juega sus cartas amenazadoras. Las águilas de la Casa Blanca se apoyan en el gigante tecnológico Intel, entregándoles 8.500 millones de dólares en fondos directos y 11.000 millones de dólares en préstamos para construir fábricas de semiconductores en cuatro estados. Una inyección de efectivo que, según el gobierno, deberá ayudar a Estados Unidos a aumentar su participación global en la producción de chips avanzados del cero al 20%.
La contienda por la supremacía en la producción de semiconductores se intensifica. Intel anunció que ya está poniendo a punto el primer escáner de litografía ultravioleta extremo (EUV) de alta apertura numérica (alta NA), una tecnología que, parece arrancada de una ficción Borgiana, y que promete revolucionar el campo de batalla tecnológica.
Las últimas dos décadas se ha hablado de la transición del “siglo estadounidense” al “siglo chino”; las cifras actuales cuentan una historia diferente. Es una guerra distinta donde cada jugada da un paso hacia un futuro incierto que será determinante para la humanidad.
Autor: Juan Pablo Quintanal
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