En la literatura fantástica hay una fuerza primordial, fluida y oscura, capaz de alterar la realidad misma. No es sólida como una piedra, ni tiene la forma de un objeto reconocible. Es el Éter, una sustancia que existe más allá de las leyes de la física.
Pero, ¿y si el Éter no fuera solo un elemento de ficción? ¿Y si fuera una metáfora perfecta para entender la naturaleza de nuestra existencia? Este artículo explora la idea de que, al igual que el Éter, nuestra realidad podría ser controlada por fuerzas invisibles.
La pregunta sobre si nuestra percepción del mundo es una representación fiel de la realidad o simplemente una interpretación basada en nuestros sentidos y experiencias ha intrigado a filósofos y científicos durante siglos. Este enigma encuentra un eco fascinante en el misterioso caso del Hombre de Taured, un relato que parece sacado de una novela de ciencia ficción pero que nos invita a reflexionar: ¿es nuestra realidad una construcción de la mente, o podríamos estar viviendo en una simulación controlada?
Nuestros sentidos y cerebro construyen una representación del mundo; pero esta no es necesariamente una imagen fiel de lo que existe "ahí fuera". Un ejemplo claro es el color de la hierba: para los humanos, es verde; para los perros, que tienen menos receptores de color, es marrón. Entonces, ¿de qué color es realmente la hierba? La respuesta es, depende de quién la observe.
Teorías distópicas sugieren que incluso el sonido de un árbol que cae en el bosque podría solo existir si alguien está allí para escucharlo. Aunque parezca una locura, los físicos cuánticos han demostrado cómo un observador puede influir en lo observado, como en el famoso experimento de la “Doble rendija“ en donde descubrieron que las partículas subatómicas se comportan de manera diferente cuando son observadas, como si la conciencia del observador influyera en su comportamiento. Este fenómeno sugiere que la realidad podría ser, maleable y dependiente de la conciencia.
En julio de 1954, un hombre llegó al Aeropuerto Internacional de Tokio procedente de un vuelo europeo. Al presentar su pasaporte, los oficiales de inmigración se sorprendieron al ver que provenía de un país llamado Taured, un lugar que no existía en ningún mapa o registro oficial. El hombre, de apariencia europea y vestimenta
moderna, insistía en que Taured era un país real ubicado entre Francia y España, con una historia de más de mil años. Mostró documentos aparentemente auténticos, como una licencia de conducir y cheques bancarios, pero nadie podía verificar su procedencia. Las autoridades decidieron retenerlo para investigar su caso. Lo llevaron a un hotel cercano, donde lo dejaron bajo vigilancia. Sin embargo, al día siguiente, el hombre había desaparecido. La habitación estaba cerrada por dentro, y no había señales de cómo había salido. Nunca más se supo de él.
Este relato ha generado numerosas teorías. ¿Era el Hombre de Taured un viajero en el tiempo proveniente de un futuro alternativo? ¿Un visitante de una dimensión paralela donde su país sí existía? ¿Una manifestación del Éter, una distorsión en el tejido de la realidad? Este caso nos invita a cuestionar nuestra comprensión del espacio tiempo. Si el pasajero misterioso provenía de una dimensión paralela, su realidad sería tan válida como la nuestra, pero incompatible con nuestro marco de referencia. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cuántas otras "realidades" existen que no podemos percibir?
En octubre de 2023, el físico Melvin M. Vopson dejó perplejo al mundo de las ciencias al afirmar que nuestra realidad es una construcción simulada. Su hipótesis del universo simulado postula que nuestra existencia podría ser similar a un sofisticado programa de computadora o una simulación de realidad virtual. Esta idea no es nueva: el filósofo Nick Bostrom, en su famoso artículo ¿Vivimos en una simulación?, propuso que una civilización avanzada con suficiente poder de cálculo podría crear simulaciones indistinguibles de la realidad. Según Bostrom, si asumimos que es posible crear tales simulaciones, es probable que ya estemos viviendo en una.
¿Podría el Hombre de Taured ser un "error de programación" o un personaje de otra simulación que accidentalmente apareció en la nuestra? Si es así, ¿Qué otros "errores" podrían estar ocultos en nuestra realidad?
A lo largo de esta trilogía hemos, arañado la posibilidad de que todo lo que vemos, tocamos o sentimos, quizás sea una ilusión.
Deberías prepararte a desafiar lo que crees conocer y reescribir tu propia realidad. Después de todo, si estamos en una simulación …. ¿Quién dice que no podamos hackear el código?
Autor: Juan Pablo Quintanal
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