El Gobierno tomó nota del alto índice de precios de enero y empieza a pensar el camino hacia adelante en las políticas de precios, en un contexto que está enmarcado en las presiones inflacionarias externas, en el acuerdo con el FMI, la aceleración que se viene en el tipo de cambio mayorista, los acuerdos de precios y la suba de tarifas.
En los despachos oficiales piensan que la inflación podría este año tener dos anclas, distintas de las dos que operaron hasta el año pasado, que fueron los precios de los servicios públicos, que tuvieron una actualización mínima, y un dólar de referencia para el comercio exterior que avanzó a paso más lento que la evolución general de los precios. Para 2022 esos “yunques”, según la lectura que hacen en un sector del equipo económico, serán un acuerdo de precios y salarios con empresarios y gremios, y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Respecto al primer elemento, el Gobierno ya dio una pista recientemente cuando aseguró que la pauta para las pujas salariales debería ser de 40% para algunas de las negociaciones que están empezando en estas semanas entre sindicatos y las cámaras empresarias, un número que será desafiado por los gremios, más cercanos a un reclamo en el orden del 50 por ciento.
Además de las paritarias, otra pata de un acuerdo de precios es la de los programas puntuales con el sector del consumo masivo, como los que se firmaron a principio de año para la ampliación de Precios Cuidados y con el sector de la carne, con convenios anuales con actualizaciones de precios periódicas. Desde un importante despacho oficial descartaron estar buscando un congelamiento o esquema de precios controlados más amplio de los que ya existen.
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