El transporte público, las escuelas y los suministros de las refinerías en Francia se vieron afectados por la tercera ola de huelgas en todo el país contra los planes del presidente Emmanuel Macron de hacer que los franceses trabajen más años antes de jubilarse.
Las movilizaciones multisectoriales se produjeron un día después de que el proyecto de ley de reforma a las pensiones comenzó su accidentado paso por el Parlamento, y son una prueba a la capacidad de Macron para realizar cambios sin una mayoría operativa en la Asamblea Nacional.
El Gobierno dice que la gente debe trabajar dos años más -lo que significa para la mayoría hasta los 64 años- para mantener en números azules el presupuesto de uno de los sistemas de pensiones más generosos del mundo industrializado.
Los franceses viven más años jubilados que el resto de los ciudadanos de los países de la OCDE, una prestación muy apreciada a la que una gran mayoría se resiste a renunciar, según los sondeos.
Al comienzo de una marcha de protesta en París, los líderes sindicales Philippe Martínez, de la Confederación General del Trabajo (CGT), de izquierda dura, y Laurent Berger, de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), de tendencia moderada, criticaron la reforma a las pensiones.
"Esta reforma pondrá patas arriba la vida de varias generaciones. Si el Gobierno se obstina en seguir adelante, intensificaremos nuestra protesta con acciones más largas y más duras", declaró Martínez.
Berger, cuyo sindicato adopta tradicionalmente una postura más conciliadora, rechazó los beneficios ofrecidos por el Gobierno, como el aumento de las pensiones más bajas.
"Estas concesiones son sólo parches. Aumentar la jubilación legal a los 64 años es el núcleo de esta reforma y es profundamente injusta. Es una insensatez democrática que el gobierno haga oídos sordos a la protesta", afirmó.
La participación en la huelga parecía menor que una semana antes, según los datos. El número de profesores que paralizó cayó a 14% desde 26% la semana anterior, mientras que entre los trabajadores del gigante energético estatal EDF bajó al 30%, desde 40%.
"Estamos agotados por el trabajo", dijo Bernard Chevalier, pensionista, en una protesta en Niza, ciudad de la Costa Azul. "La jubilación debería ser una segunda vida, no una sala de espera para la muerte".
El ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, rechazó las acusaciones de la oposición de que el Gobierno negaba la magnitud de las protestas públicas y dijo que era necesario un cambio. "El sistema de pensiones es deficitario y si nos importa el sistema, debemos salvarlo", declaró el ministro a la radio RMC.
El Gobierno afirma que la reforma permitirá un ahorro bruto de más de 17.000 millones de euros (18.000 millones de dólares) anuales de aquí a 2030. Sindicatos y opositores de izquierda afirman que el dinero puede encontrarse en otra parte, sobre todo entre los ricos, y que hay que proteger a los trabajadores.
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