Los últimos ataques rusos a depósitos -el último, contra la refinería de Kremenchuk- y a la red ferroviaria ucraniana, el bloqueo de los puertos del país, y la interrupción del crudo procedente de Bielorrusia, son algunas de las razones que están detrás del problema de desabastecimiento en supermercados. La escasez de gasolina ha llegado a tal punto que incluso los vehículos de las grandes organizaciones humanitarias están teniendo problemas de aprovisionamiento. "Tengo amigos que están en Dnipro, y no saben cómo volver aquí, a Járkiv. No encuentran gasolina por ninguna parte", cuenta Vitaly, un joven intérprete.
No es la única carencia en Ucrania. En algunos barrios de Járkiv -Osnova, el norte de Saltivska, Pyatikhatki, Derhachi, Area Pobeda, BirminVody y Jiliardi- la resistencia ucraniana también denuncia que falta comida pero, sobre todo, medicinas. Las ancianas lo atestiguan. Cuando ven un automóvil de ayuda humanitaria, a veces escoltado por vehículos de la policía, a menudo se crea alrededor un remolino de personas. Los vecinos corren a agarrar lo que haya. La escena es más increíble si se recuerda que el país era uno de los grandes productores de alimentos, el sexto en el mundo, según algunas clasificaciones.
Tampoco es Járkiv la única ciudad que sufre estos fenómenos. En Mikolaiv, cerca de la ocupada Jerson, desde hace más de un mes, no hay agua corriente. En diversas zonas del país, en particular los pueblos recién retomados, no hay ni electricidad. En Zaporiya, en el sur, los agricultores ya han empezado a trabajar en los campos con el chaleco antibalas y los cascos balísticos puestos. Y aún así la producción de trigo se sospecha que caerá este año un 35%, comparado con las épocas de paz, con también las nefastas consecuencias que se temen para el abastecimiento mundial de alimentos.
Los precios de muchas cosas también han subido. Según dijo el Banco Central de Ucrania en abril, la inflación en el país puede crecer un 20%, la mayor desde 2015, un año después de la anexión de Crimea y el inicio del levantamiento prorruso en el Donbass. Tan solo entre febrero y marzo de este año, la tasa de inflación creció un 4,5%, según la misma fuente. Y, en estas circunstancias, el PIB del país caerá un 45% este año, según previsiones del Banco Mundial.
Además de ello, algunas empresas internacionales, incluso las famosas IT companies, han empezado a despedir a sus trabajadores ucranianos, algunos de ellos desplazados en otras regiones del país o en otros países de la región. "Nos dijeron que es por culpa de la guerra, porque creen que aquí la situación empeorará y el país es inestable", explicaba una joven, despedida en los últimos días.
La Cruz Roja ucraniana y el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), que están en el terreno -aunque tienen dificultades para acceder a las zonas más peligrosas- están intentando atender a la población más vulnerable, y reparten comida y otros bienes de primera necesidad, muy a menudo con la ayuda de los civiles de la resistencia ucraniana. Pero ya se habla de al menos seis millones, 10 millones según algunas otras estimaciones, que están pasando hambre.
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