Horas antes del quinto encuentro cara a cara entre Donald Trump y Javier Milei se desparramaron versiones de inéditos auxilios económicos del gobierno de Estados Unidos a la Argentina. Ya sea por el monto de la ayuda o el origen de la fuente del financiamiento, la justificación de semejante decisión tiene certera explicación: el momento histórico que atraviesa la relación bilateral, incluso, por encima del registro de la década de los noventa.
El último acuerdo con el FMI fue auspicioso. La visita a Buenos Aires del secretario del Tesoro Scott Bessent demostró el nivel de compromiso de EEUU con Argentina y la amplitud y profundidad del diálogo, calificado con las notas más altas posibles. El interés concreto es el éxito político, económico y social del gobierno de La Libertad Avanza y están convencidos con la visión de Javier Milei: Argentina recuperó la estabilidad fiscal (el ancla fiscal es muy importante y debe seguir) y la estabilidad monetaria del Banco Central, con el fin de la emisión y el levantamiento del cepo, que atrae inversiones. Destacan los esfuerzos de Hacienda para llegar a las elecciones de octubre con menos volatilidad del tipo de cambio: Argentina maneja la situación y hay tiempo y herramientas para corregir y reafirmar la estrategia con el FMI y el Tesoro, en el marco de un programa estructural, de trayectoria de varios años y flexible. La debilidad que ven en el Norte hoy es la meta de acumulación de reservas para afrontar el pago de deudas. Es importante tener un sendero creíble para reconstituirlas. Y ahí aportarán su auxilio, buscando maneras creativas de ayuda.
En EEUU quieren que Argentina sea un modelo para el continente. Confiesan que la región se ha beneficiado con el liderazgo de Milei. Ven cambios en la sostenibilidad fiscal y pretenden que se sostenga el ajuste del gasto público. Imaginan usar el apalancamiento en Argentina como modelo para el resto de la región, por ejemplo, en la Bolivia que viene. Es normal que en un proceso con el FMI se cambien las metas en algún punto específico, lo importante es delinear un sendero con políticas creíbles. Lo fundamental es presentar una visión con un plan que se pueda ejecutar, y por eso, no hay porcentajes mínimos o máximos para decidir la ayuda económica. Se habla de u$s10.000 millones, pero podría ser un paquete total por u$s22.000 millones desde noviembre próximo y hasta fines de 2026. La esperanza es que después de las elecciones se descongele la economía local, bajen las tasas de interés y resurja el crédito al sector privado. Sin embargo, vale aclarar que el acuerdo con el FMI no fue un compromiso sin condicionamientos.