El año electoral recién empieza y los papelones de la dirigencia política están a la orden del día. La pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner y la falta de diálogo tiene su correlato en los escalones inferiores. Solo en un país como la Argentina pasa como algo normal que los funcionarios que responden a la vicepresidente le hagan el vacío a los actos que tienen como protagonista al Presidente.
El ministro preferido de Cristina, Wado de Pedro (Interior) fue uno de los que participó de esos vaciamientos. Prefirió estar en su despacho “trabajando” mientras Alberto Fernández, por ejemplo, recordaba los tres años de su gestión. Luana Volnovich (PAMI) y Fernanda Raverta (ANSES) suelen tener su propia agenda a espaldas del Presidente.
Después de todo, los tres pertenecen a La Cámpora y siguen al pie de la letra las órdenes que emanan de Cristina y que les llega a través de su hijo Máximo Kirchner. Pero la falta de límites que Alberto y Cristina evidencian ante sus discípulos, generan cruces como los que vimos en la última semana.
Los hombres de Wado de Pedro dejando trascender su enojo por lo que consideran “falta de códigos” del presidente, por no haberlo invitado a una reunión con Lula. Victoria Tolosa Paz pidiéndole a Wado que aclare su posición y, desde la vereda de enfrente, Teresa García y Florencia Saintout, poniendo en duda el certificado de peronista de la ministra de Desarrollo Social.
El que no se la iba a perder es Aníbal Fernández. El ministro de Seguridad le enrostró a Wado de Pedro que no es quién para pedirle explicaciones al jefe de Estado. Lo cierto es que en el kirchnerismo no saben cómo hacerle entender al Presidente que consideran su ciclo político terminado y que no le darán la menor chance de ir por la reelección. Cuando termine su mandato, el kirchnerismo quiere que Alberto vuelva por donde llegó.
Es cierto que Fernández parece obsesionado con la teoría del “pato rengo” y quiere llegar con alguna cuota de poder a diciembre. Pero también es cierto que sabe que cosechará poca ayuda si decide postularse para la reelección.
La oposición, mientras tanto, no deja de mostrar fisuras y peleas internas. Tal es así que los presidentes de las fuerzas políticas que conforman Juntos por el Cambio, tuvieron que deliberar a puertas cerradas para tratar de evitar los enfrentamientos o por lo menos ponerle la mayor cantidad de límites posibles.
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