Desde que llegaron a la ciudad de Dolores, los movimientos de los ocho imputados por el crimen de Fernando Báez Sosa están cronometrados. De lunes a viernes, entre las 7 y las 8, son trasladados desde la Unidad N°6 al TOC N°1 —ubicado a diez cuadras de distancia— con un operativo de seguridad de rigor. Al mediodía, almuerzan en los tribunales, en dos celdas. Los miércoles reciben la vista de sus familiares: ayer fue la segunda.
A diferencia de la semana anterior, la octava audiencia del debate culminó pasadas las 14.15, con lo cual los familiares de los imputados no tuvieron que apurarse para llegar a horario a la visita de las 17. Al salir del Palacio de los Tribunales, sobre la calle Belgrano 141, ya no intentaron ocultarse detrás del barbijo. Sin embargo, para ingresar al edificio del penal, debieron cubrirse con un tapabocas por el protocolo del SPB. El mismo que acatan los detenidos y motivo por el cual llegan a cada audiencia con barbijo para luego retirárselo en la sala.
Llegaron a la Unidad N°6 a las 16.45 bajo un diluvio. Algunos usaron paraguas, otros pilotos o capuchas. En sus manos cargaban bolsas de comida y, al igual que el miércoles pasado, bidones de agua. Tras despachar todo eso por la ventana de la izquierda, luego ingresaron por la puerta de la derecha. Desde la vereda de enfrente, las cámaras de televisión y fotógrafos de distintos medios registraron sus movimientos. Como hasta el momento, ninguno hizo declaraciones. Se fueron alrededor de las 19.
A diez días de iniciado el juicio, los que mantienen asistencia perfecta a las audiencias son Sergio Viollaz, papá de Ayrton; Marcos Pertossi, el papá de Lucas Pertossi; y Mónica Zárate, mamá de Matías Benicelli y tía de Máximo Thomsen. Marcial Thomsen, el papá de Máximo, se turnó con su hijo Facundo. Durante los últimos días se sumó María Elena Cinalli, la mamá de Ciro y Luciano Pertossi.
El resto de los familiares no estuvieron presentes en la sala porque están citados como testigos para la semana que viene. Tal es el caso de Rosalía Zárate, la mamá de Thomsen, Héctor Eduardo Benicelli, papá de Benicelli; Ana María Tartara, mamá de Milanesi; María Alejandra Guillén, madre de Comelli; Erika Edith Pizzatti, mamá de Viollaz y Mauro Rubén Pertossi, papá de Luciano y Ciro.
El penal de Dolores, la cárcel más vieja de la provincia de Buenos Aires, no es una novedad para los jóvenes de Zárate. Fue su primer lugar de detención en enero de 2020, tras pasar por celdas de la Policía Bonaerense como las de la Comisaría 1ª de Pinamar, antes de ser destinados a Melchor Romero.
Aquella vez, se les reservó el sector de alcaidía en la planta alta de la cárcel entre los sectores 9 y 10, ocupados por presos evangélicos, con camas cucheta y un inodoro para compartir. Hoy, ocupan otro sector del penal.
A la fecha, Luciano Pertossi, Ayrton Viollaz, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Ciro Pertossi y Lucas Pertossi ya pasaron diez noches en la cárcel de Dolores, donde seguirán detenidos, por lo menos, hasta que finalice el juicio en su contra, previsto para el miércoles 18 de enero, cuando se cumplirán tres años del crimen.
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