Una nueva prueba compromete más a Nicolás Gabriel Carrizo, el líder de la denominada “Banda de los copitos” y uno de los cuatro detenidos por el intento de asesinato contra la vicepresidenta Cristina Kirchner ocurrido el primero de septiembre pasado en el ingreso a su departamento, en el barrio porteño de Recoleta.
De acuerdo con lo que pudo saber Infobae, la jueza federal María Eugenia Capuchetti, que tiene a cargo el expediente que se abrió por el atentado, sigue con atención una conversación que el joven de 27 años mantuvo con un amigo la noche del ataque contra la ex mandataria nacional.
Se trata de una serie de chats que se encontraron en el teléfono celular de Carrizo y en los cuales el sospechoso le reconoce a una persona, a la cual tiene agendada con el nombre de “Jony white”, que estaba “pensando en matar al jefe de La Cámpora esta vez”.
“Están llegando todos. Vamos a tener una reunión grupal”, escribió el sospechoso a las 23:40 de aquel primero de septiembre, apenas dos horas después de que Fernando Sabag Montiel gatillara una pistola Bersa calibre .32, cargada y apta para el disparo, a centímetros del rostro de la ex presidenta.
En aquella oportunidad, la bala no salió porque el arma estaba mal preparada y la Vicepresidenta salió ilesa, mientras que el agresor fue capturado por militantes kirchneristas y luego detenido por la Policía Federal. Con el correr de los días, también fueron apresados su novia, Brenda Uliarte, una amiga de ella, identificada como Agustina Díaz, y el propio Carrizo, todos sospechados de haber participado del intento de magnicidio.
Estos no son los primeros mensajes que comprometen al líder de “La banda de los copitos”, como se denomina a los detenidos, ya que se dedicaban a vender copos de azúcar y utilizaron esa pantalla para recorrer las inmediaciones del departamento de la vicepresidenta los días previos al ataque.
De hecho, Carrizo fue formalmente detenido el 14 de septiembre pasado cuando fue a buscar su celular, que había quedado en manos de la Justicia, luego de que los expertos informáticos encontraran material que lo vinculaba con el hecho.
Entre los chats que incriminan al joven de 27 años existe uno en particular en el que el autodenominado jefe de la agrupación habla con una familiar muy cercana, una media hermana, los cuales fueron determinantes para que la jueza Capuchetti ordenara su captura.
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