El número de muertos por los terremotos en Turquía y su vecina Siria supera los 11.500, según cálculos oficiales, en medio de las críticas por la demora de la respuesta gubernamental.
El presidente turco Tayyip Erdogan admitió que hubo problemas con la respuesta inicial de su Gobierno al devastador terremoto en el sur de Turquía, tras la indignación y frustración de los damnificados por la lenta llegada de los equipos de rescate.
Erdogan, que se presenta a las elecciones de mayo, dijo en una visita a la zona de la catástrofe que las operaciones ya funcionaban con normalidad y prometió que nadie se quedaría sin hogar, mientras el número total de muertos se elevó a 9.057 en Turquía y más de 2.500 en Siria.
En toda una franja del sur de Turquía, la gente buscaba refugio temporal y comida en un clima invernal gélido, y esperaba angustiada junto a montones de escombros donde familiares y amigos podrían yacer aún enterrados.
Los equipos de rescate seguían sacando a algunas personas con vida y encontrando a otras muertas. Pero muchos turcos se han quejado de la falta de equipos, experiencia y apoyo para rescatar a los atrapados, cuyos gritos de auxilio a veces se oían.
"¿Dónde está el Estado? ¿Dónde han estado durante dos días? Se lo estamos suplicando. Déjennos hacerlo, podemos sacarlos", dijo Sabiha Alinak cerca de un edificio derrumbado cubierto de nieve donde sus jóvenes parientes estaban atrapados en la ciudad de Malatya.
Hubo escenas y quejas similares en la vecina Siria, cuyo norte también se vio duramente afectado por el enorme sismo del lunes.
El embajador de Siria ante las Naciones Unidas admitió que el Gobierno tenía "falta de capacidades y de equipos", pero culpó de ello a más de una década de guerra civil en su país y a las sanciones occidentales.
Se esperaba que el número de víctimas mortales de ambos países aumentara, ya que cientos de edificios derrumbados en muchas ciudades se han convertido en tumbas para las personas que dormían en sus casas cuando se produjo el sismo a primera hora de la mañana.
En la ciudad turca de Antakya, decenas de cadáveres, algunos cubiertos con mantas y sábanas y otros en bolsas mortuorias, estaban alineados en el suelo a las puertas de un hospital.
Melek, de 64 años, dijo que no había visto equipos de rescate. "Hemos sobrevivido al terremoto, pero aquí moriremos de hambre o de frío".
Las familias del sur de Turquía y de Siria pasaron una segunda noche bajo un frío glacial. Muchos en la zona de la catástrofe habían dormido en sus
automóviles o en la calle bajo mantas, temerosos de volver a entrar en los edificios sacudidos por el temblor de magnitud 7,8 -el más mortífero en Turquía desde 1999- y por un segundo fuerte sismo horas después.
Las autoridades turcas difundieron un video de supervivientes rescatados, entre ellos una niña en pijama y un hombre mayor cubierto de polvo, con un cigarrillo apagado entre los dedos mientras era sacado de entre los escombros.
Según las autoridades turcas, unos 13,5 millones de personas se vieron afectadas en una zona que abarca aproximadamente 450 kilómetros desde Adana, en el oeste, hasta Diyarbakir, en el este. En Siria, la catástrofe se cobró víctimas hasta Hama, 250 kilómetros al sur del epicentro.
Algunos de los muertos en Turquía eran refugiados de la guerra de Siria. Sus bolsas de cadáveres llegaron a la frontera en taxis, furgonetas destartaladas y en pilas sobre camiones de plataforma para ser trasladados a sus lugares de descanso final en su patria.
Más de 298.000 personas se han quedado sin hogar y se han abierto 180 refugios para desplazados, informaron medios de comunicación estatales sirios, refiriéndose al parecer a zonas bajo control gubernamental, no a las que están en manos de facciones de la oposición.
En Siria, las labores de socorro se ven complicadas por un conflicto que ha dividido la nación y destrozado sus infraestructuras. Turquía estaba trabajando en la apertura de otras dos puertas fronterizas con Siria para permitir el flujo de ayuda humanitaria, declaró el ministro de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu.
En la ciudad siria de Alepo, el personal del hospital Al-Razi atendió a un hombre con los ojos amoratados que dijo que más de una docena de familiares, incluidos su padre y su madre, habían muerto al derrumbarse el edificio en el que se encontraban.
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