Cientos de trabajadores públicos de Venezuela, como maestros, enfermeras y policías jubilados, retomaron el reclamo por mejoras salariales, en momentos en que el gobierno del presidente Nicolás Maduro enfrenta una creciente inflación.
Desde inicios de año, empleados del sector de la educación y la salud han realizado tres manifestaciones pacíficas en una docena de ciudades del país, donde el salario mínimo fue ajustado por última vez en marzo del 2022, cuando la inflación interanual cerró en 305%, según datos de grupos no gubernamentales que monitorean los indicadores económicos ante la ausencia de cifras oficiales.
El salario mínimo mensual y la pensión al mes en Venezuela es de 130 bolívares o unos 6 dólares a la tasa oficial. El gobierno ha dicho que debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos no se ha logrado controlar el crecimiento de los precios, que es la forma de recuperar el valor del salario, indicó el lunes en la televisora oficial el diputado Jesús Faría, economista y exministro de Comercio Exterior.
Faría recordó que en la jornada, cuando Venezuela conmemora cada año el derrocamiento del dictador el general Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, el oficialismo haría concentraciones en distintos puntos del país.
"(Maduro) Usted come todos los días (...) Piense en este pueblo", dijo Nancy Hernández, una maestra de 60 años, durante una caminata en Barquisimeto, en el estado occidental de Lara.
"El hambre no conoce del miedo, cuando llega el hambre el miedo se pierde", agregó Hernández, quien dijo que gana unos 15 dólares mensuales, haciendo referencia a que sus colegas no temen un acción policial para detener las manifestaciones.
En Maracaibo, capital del otrora potente estado petrolero de Zulia, en el noroeste venezolano, los manifestantes caminaron cerca de un kilómetro hasta la sede de la gobernación.
Gustavo González, un policía en la reserva en Zulia, dijo que "esto que estamos viviendo es más que un abuso. Estamos pasando hambre".
"Vamos a tener que cerrar el hospital de la policía porque (...) no hay ni un algodón. Los policías del Zulia estamos olvidados, no tenemos zapatos ni uniformes", agregó González de 60 años.
Humberto Montiel, pensionado del área de la construcción en los aeropuertos, comentó, "jamás pensé llegar a los 63 años de esta manera, pidiendo, fiando en el abasto para comer. Me toca recoger basura, limpiar patios porque cuando se me acaba la miseria de pensión quedo con el hambre intacta".
En la ciudad central de Valencia, José Francisco Jiménez, de 56 años y secretario general de la Asociación de Empleados de la Universidad de Carabobo, dijo que en "esta fecha histórica del 23 de enero nos hemos congregado gremios, sindicatos, trabajadores (...) la consigna de es lo que hemos expresado en las calles: la necesidad de un sueldo digno".
"Con un sueldo de 10 dólares, es imposible que una familia de 4 o 5 personas pueda vivir. Yo no vivo con ese sueldo (...) Me ha tocado hacer delivery (entregas a domicilios), hacer de taxista y de plomero. Es la única manera que pueda sobrevivir".
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