Siete personas, incluido su autor, murieron en un atentado suicida frente a la sede de la embajada de Rusia en Kabul, en el primer ataque a una misión extranjera desde el retorno al poder de los talibanes en Afganistán en 2021 y que fue reivindicado por el grupo yihadista Estados Islámico (EI).
Las víctimas fueron dos empleados de la embajada, cuatro afganos y el autor del ataque.
Un combatiente del grupo EI "activó su cinturón explosivo durante un encuentro al que asistían empleados rusos" cerca de la embajada, indicó el grupo yihadista en un comunicado publicado en Telegram.
Horas antes, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo a la prensa que se trataba de "un atentado terrorista inaceptable"
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Afganistán confirmó la muerte de dos empleados de la embajada después de que el atacante se inmolara cerca de la entrada de la sección consular.
La cartera anunció una investigación y advirtió que las autoridades "no permitirán que los enemigos saboteen las relaciones entre ambos países con acciones tan negativas".
Además, cuatro afganos que esperaban para acceder a estos servicios también murieron y varios más resultaron heridos, informó la policía de Kabul.
Desde que los talibanes regresaron al poder, la violencia en Afganistán disminuyó en gran medida, pero varios atentados con bomba, algunos dirigidos a comunidades minoritarias, sacudieron el país en los últimos meses, muchos de ellos reivindicados por el grupo EI.
Al igual que con otros ataques recientes, los servicios de seguridad de los talibanes acordonaron rápidamente el área e impidieron que los medios filmaran cerca del lugar, consignó la agencia de noticias AFP.
El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, dijo que se tomaron medidas inmediatas para reforzar la seguridad en la embajada, situada en una de las calles principales de Kabul que lleva al edificio del parlamento.
El ataque pone en entredicho a los líderes talibanes, que durante meses alentaron a los países extranjeros a reabrir sus misiones diplomáticas en Kabul, asegurando que la seguridad estaba garantizada.
Durante la caótica recuperación del poder por parte de los talibanes el año pasado, la embajada rusa fue una de las pocas que permaneció abierta mientras la mayoría de los países cerraron sus legaciones y evacuaron al personal.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, condenó "firmemente" el atentado y transmitió su pésame a las familias de las víctimas.
La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) dijo que el atentado enfatizaba "la necesidad de que las autoridades de facto tomen medidas para garantizar la seguridad de las personas y las misiones diplomáticas", según un mensaje en Twitter.
El viernes, un atentado suicida en una de las mezquitas más grandes del oeste de Afganistán, en la ciudad de Herat, mató al menos a 18 personas, incluido un influyente imán.
El clérigo Mujib ur Rahman Ansari, que había pedido decapitar a quienes cometieran incluso el "más mínimo acto" contra el gobierno, murió en ese ataque.
Se trata del segundo clérigo protalibán que muere en una explosión en menos de un mes, después de que Rahimullah Haqqani falleciera en un ataque suicida en su madrasa de Kabul.
Varias mezquitas en todo el país han sido atacadas este año, algunas en atentados reivindicados por el EI.
El 17 de agosto, al menos 21 personas murieron y decenas resultaron heridas cuando una explosión destruyó una mezquita llena de fieles en Kabul.
El grupo EI atenta principalmente contra comunidades minoritarias, como los chiitas, los sufíes y los sijs.
Aunque el EI es un grupo islamista de confesión sunita, como los talibanes, ambos son rivales y difieren mucho en cuanto a su ideología.
Según el gobierno, el grupo EI ha sido derrotado, pero los expertos aseguran que sigue siendo el principal reto de seguridad para los nuevos responsables islamistas del país.
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