El año nuevo judío, Rosh Hashaná, llega en un contexto social, político y militar sin precedentes en Israel tras el masivo lanzamiento de más de 180 misiles por parte de Irán hacia la totalidad del territorio israelí y la ofensiva cada vez más fuerte de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) contra el grupo terrorista Hezbolá en el sur de El Líbano. A pesar de la intención del pueblo judío de mantener las costumbres y celebrar con la aparición de la primera estrella en la noche de hoy la llegada del año nuevo en familia, con amigos y grandes encuentros, desde el momento en que se empiezan a recorrer las calles de Tel Aviv es posible percibir un clima de incertidumbre y preocupación por lo que pueda pasar en los próximos días u horas. La situación al norte y al sur es bien distinta a la del centro del país. La región sureña, lindante con la Franja de Gaza, se encuentra prácticamente evacuada en su totalidad, y los kibutz de esa zona todavía tienen viva la huella de lo que fue la masacre de Hamas el 7 de octubre del año pasado. Por su parte, en las rutas del norte solo transitan vehículos militares y soldados: está totalmente evacuado y desde allí se ejecuta la ofensiva terrestre israelí contra el sur de El Líbano.
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