Los libaneses votaron para elegir su parlamento y por, ende, su gobierno, en medio de una profunda crisis en todos los ámbitos pero sin señales de que los comicios vayan a alterar el escenario político de las últimas décadas.
En algunas regiones ya había comenzado el recuento de los votos pero no se esperaba que se publicaran resultados oficiales al menos hasta el lunes.
La concurrencia de votantes fue débil, según la agencia de noticias AFP, que reportó cortes de electricidad en varios centros de votación y múltiples incidentes entre simpatizantes de diversos partidos en Bekaa y otras regiones con fuerte presencia de Hezbollah.
Una nueva camada de candidatos surgida de un movimiento de protesta del año 2019 busca los escaños de políticos de los partidos que controlan este país árabe de Medio Oriente desde el fin de su guerra civil (1975-90), hace más de tres décadas.
Sin embargo, según analistas, llegaron divididos en agrupaciones con posturas enfrentadas y carecen del dinero, las conexiones, la experiencia y otras ventajas que tienen los partidos tradicionales de este país donde coexisten musulmanes y cristianos.
Por ello, pesar de la grave situación económica, social y política y al descontento plasmado en el levantamiento popular de 2019, los analistas no esperaban grandes cambios en el parlamento.
La gente comenzó a votar apenas abrieron los centros, bajo a fuerte vigilancia de fuerzas de seguridad desplegadas por todo el territorio de la nación a orillas de la margen este del mar Mediterráneo.
Los comicios son los primeros desde la implosión del Líbano por un colapso económico en octubre de 2019 que desató protestas contra el gobierno y la élite dominante, a la que se acusa de haber llevado al Líbano al abismo con años de corrupción y desmanejo.
También son las primeras elecciones desde una enorme explosión ocurrida en el puerto de Beirut en agosto de 2020 que dejó más de 200 muertos, miles de heridos y una gran destrucción en la ciudad capital.
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