El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y su esposa, Gabriela Rodríguez, saludaron a los asistentes a la ceremonia de investidura para un segundo mandato, ayer en la Plaza Gerardo Barrios de San Salvador.
Bajo la mirada atenta de Javier Milei, su gran admirador, el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, asumió un nuevo período de gobierno de cinco años tras ser reelecto en las elecciones del 4 de febrero pasado con un aplastante 84,6% de los votos.
El mandatario, de 42 años y que llegó a autodefinirse como “el dictador más cool del mundo mundial” para burlarse de la oposición que lo acusa de ser un autócrata, gobernará hasta el 1 de junio de 2029. Detrás quedó un lustro caracterizado por un exitoso pero polémico programa de lucha contra las maras, como se conoce a las pandillas que por más de 30 años aterrorizaron al país.
Más de 80.000 pandilleros, o sospechosos de serlo, fueron detenidos en los últimos dos años, bajo un estado de excepción que suspendió derechos y que ya fue extendido 26 veces, en medio de innumerables denuncias de violaciones a los derechos humanos de organismos nacionales e internacionales. Ahora, con un país virtualmente pacificado, el mayor desafío de su segundo mandato, prohibido en principio por la Constitución, pero por el que fue habilitado por la justicia, será sustentar su enorme popularidad con un impulso a la frágil economía nacional.
“El mayor reto actual que la gente está notando en las calles, y está siendo producto de las quejas constantes y diarias de insatisfacción, es el tema de la economía”, resumió el periodista y escritor Oscar Martínez, especialista en pandillas y secretario de redacción del diario digital salvadoreño El Faro.
Milei estuvo presente en la ceremonia de asunción de Bukele, tras una gira por Estados Unidos, en la que mantuvo encuentros con empresarios. Fue uno de los pocos presidentes de la región en asistir a la jura.
Seguridad vs. economía
Ocho de cada 10 salvadoreños respaldaron en las elecciones de febrero a Bukele, en lo que fue un virtual plebiscito sobre su gestión contra las maras. Decenas de miles de personas fueron arrestadas en los últimos dos años, a veces solo por ponerse nerviosas en un operativo, según las denuncias de la oposición. La inseguridad fue erradicada de cuajo. De hecho, durante 18 días de mayo no se reportaron homicidios, de acuerdo a reportes citados por el oficialista diario El Salvador.
Pero esa pacificación no fue gratis. Miles de salvadoreños inocentes fueron detenidos, muchos de ellos posteriormente liberados. Martínez afirmó que el país tiene la tasa carcelaria más alta del mundo, con cerca del 4% de la población en prisión. Organismos de derechos humanos denuncian los métodos aplicados para erradicar las pandillas, como juzgar en un solo proceso masivo a 900 supuestos pandilleros, sin necesidad de presentar pruebas individuales. Se los juzga en grupo. Las denuncias incluyen más de 6000 casos de atropellos, entre detenciones arbitrarias y torturas, además de 240 muertes de personas en custodia estatal.
Pero los polémicos éxitos en materia de seguridad chocan con los magros números de la economía. Un sondeo reciente del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop) reveló que la situación económica desplazó a la delincuencia como la principal preocupación de los salvadoreños.
De hecho, en los últimos cinco años, la pobreza extrema se duplicó, pasando de 86.000 hogares en 2019 a 170.000 en 2023, sobre una población total de 6,3 millones de habitantes. Según datos oficiales, el porcentaje de pobreza general pasó de un 22,8 % a un 27,2 %.
La inflación de abril fue de 1,2%. Según el Banco Mundial, la economía creció el año pasado 2,7%, lo que economistas locales definen como un crecimiento frágil bajo un modelo dolarizado como el salvadoreño, con salarios bajos, escasa inversión extranjera y una deuda pública que a marzo de 2024 se ubicaba en 30.000 millones de dólares, un tercio de la cual fue generada por Bukele. En ese marco, la oposición denuncia un marcado aumento de la desigualdad.
Los retos del segundo mandato de Nayib Bukele
Tiziano Breda, analista experto en Centroamérica y coordinador asociado de Análisis para América Latina del Proyecto de Datos sobre Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED), dijo que Bukele tendrá ahora dos desafíos principales.
“El primero tiene que ver con la seguridad y la imposibilidad de sostener por otros cinco años el discurso que ha venido manteniendo durante el último par de años en esta guerra contra las pandillas. El segundo desafío es claramente ligado a la economía. Obviamente, el principal logro de su primer mandato fue reducir los índices de violencia, pero en el ámbito económico no ha cumplido con la mejora prometida”, sostuvo.
Según el analista, “entonces aumentará la presión popular en cuanto a demandas de una mejora económica. Pero mientras no se solucione el tema de una deuda pública altísima y con pagos muy regulares y cercanos a acreedores externos, y no aumente exponencialmente la inversión extranjera, este va a ser un poco el talón de Aquiles de Bukele en su segundo mandato”, alertó.
Para Oscar Martínez, habitual crítico de la gestión de Bukele, la situación económica, agravada por un aumento de la pobreza y la elevada deuda pública, “va a complicar profundamente a una gestión autoritaria, a la que muchos de los organismos tradicionales de financiamiento dejaron de creer porque no hay reglas claras de juego”.
“En un Estado en el que el presidente puede violar seis artículos de la Constitución para reelegirse o decretar un régimen de excepción que prolonga 26 veces y que puede poner cercos militares en municipios completos, hay mucha incertidumbre a la hora de invertir en el país”, advirtió.
El periodista y escritor salvadoreño dijo que Bukele tiene hoy el gran reto de “generar confianza en el mundo sosteniendo su régimen autoritario”. Según afirmó, el presidente controla hoy los tres poderes del Estado tras su aplastante triunfo en las elecciones y una purga judicial llevada adelante en los últimos años que le abrió las puertas a su reelección, prohibida por la Constitución.
“Las razones por las que las pandillas surgieron y prosperaron en los 90, la pobreza, la exclusión, la marginación y la falta de oportunidades educativas, permanecen todas ahí. Hay más pobres desde que Bukele es presidente que antes. Y eso no se ha cortado. Bukele ha logrado desarticular las pandillas, con este régimen que ha violado los derechos humanos de decenas de miles de personas, pero no ha ofrecido un modelo integral nuevo que evite un nuevo fenómeno de criminalidad, en un país en el que además la economía está por los suelos”, afirmó.
Para Martínez, “la gran pregunta es cómo va a reaccionar Bukele cuando deje de ser tan popular”.