“Miles de personas se han visto obligadas a huir de Ucrania a causa de la guerra. Pero muchos también se han visto obligados a abandonar su tierra natal en Asia, África y América. Mis pensamientos y oraciones están con todos ellos”, publicó el papa Francisco en su cuenta de Twitter oficial.
Sus palabras formaron parte de la conferencia de prensa que celebró en el vuelo de regreso de su visita de dos días a Malta y en la que uno de los temas principales fueron los flujos migratorios a los países del sur de Europa.
Sin embargo, el Pontífice no dio los datos correctos: porque no son miles los refugiados ucranianos, son más de 4 millones los que sin agua, alimentos, combustible o medicina, y en su mayoría mujeres y niños, huyen de la barbarie de las tropas rusas.
Y la cifra va en aumento, porque siguen huyendo de sus hogares, de sus ciudades invadidas, creando la avalancha de refugiados europeos más grande desde la Segunda Guerra Mundial. Y según calcula la ONU, hay casi 6,5 millones desplazados internos en el país.
Además, la conjunción adversativa “pero” que eligió el Papa para su mensaje pueden herir aún más a quienes perdieron todo y dejaron atrás a parte de su familia por la ofensiva desatada el 24 de febrero pasado por Vladimir Putin.
La incómoda situación en la que se puso Francisco no es un episodio aislado en este mes de conflicto. Durante todos estos días de violencia -calificados como crímenes de guerra por las potencias occidentales- Francisco ha evitado cuidadosamente nombrar al presidente ruso Vladimir Putin, o incluso a la propia Rusia, como agresor.
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