Se empieza a vislumbrar un plan “paso a paso”. La primera etapa consistió en dar señales de orden en el frente fiscal. La segunda en lanzar medidas para acelerar la acumulación de reservas. La tercera, ajustar los controles al comercio exterior para conservar los dólares obtenidos. Pero, por estas horas, en el quinto piso del Ministerio de Economía se discute algo central: la conformación definitiva de un “plan de estabilización” para frenar la inercia inflacionaria. Según anticiparon fuentes oficiales, podría implementarse en noviembre. Incluiría un acuerdo formalizado de precios y salarios que baje drásticamente la escalada de precios por cuatro meses. Un consultor cercano al Gobierno lo analizó en un reciente informe y le asignó un 60% de probabilidades de aplicación.
Sergio Massa lo veía como algo imprescindible incluso antes de asumir al frente del Palacio de Hacienda. Lo comentaba con su equipo y lo discutía con sus asesores. Esta convicción parte de la premisa de que la inflación, que según estimaciones privadas alcanzará el 100% durante 2022, responde en parte a un componente inercial y no se corregirá únicamente acomodando las variables macroeconómicas. Requiere de un plan integral y de shock que modere las expectativas y las remarcaciones preventivas.
Sobre esta cuestión viene trabajando junto al ministro el secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein. El armado del plan no comenzó ni hoy ni ayer, lleva semanas. Pero en el Palacio de Hacienda consideraban fundamental atravesar primero otras etapas: el ordenamiento fiscal, la acumulación de reservas vía dólar soja y desembolsos de organismos multilaterales, la segmentación energética, la suba de tasas y el ajuste en los controles del comercio exterior con la idea de cuidar las divisas que se acumularon.
Días atrás, el propio Rubinstein dejó entrever algunas pistas de cómo debería encararse: “El impulso monetario de origen fiscal, sería compatible con una inflación del 40% anual. Desde el Gobierno, actuaremos para mejorar el sistema cambiario y sobre los factores de inercia”, publicó en su cuenta de Twitter, luego de exponer en el Congreso en el marco de la presentación del Presupuesto. En la misma línea, sostuvo que “atacando la inercia inflacionaria y procurando una razonable caída de márgenes empresariales, se puede lograr que la inflación real se acerque a la teórica".
En una reunión que se dio esta semana, de la que participaron varias de las empresas más importantes del país, se dialogó sobre la puesta en marcha de un plan de estabilización. Según fuentes que presenciaron el encuentro, los directivos que tuvieron contacto con Massa coincidieron en que la iniciativa se aceleró. En el Ministerio de Economía no dan nada por cerrado, pero apuntan a noviembre como una fecha posible.
La próxima etapa del plan estaría apuntada hacía el componente inercial de la inflación. Luego de acomodar algunos precios relativos, la idea sería “parar la pelota por cuatro meses”. Es decir, un acuerdo de precios y salarios, que podría incluir también un sendero claro para el dólar y las tarifas que permita desindexar la economía y ponerle un freno a las remarcaciones preventivas.
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