Mirar la letra chica es el primer consejo financiero que cualquier argentino recibe si decide pedir un préstamo o refinanciar pagos con la tarjeta de crédito. Es que, más allá de la Tasa Nominal Anual (TNA), que sube a medida que avanza la inflación, una maraña de comisiones, impuestos y otros gastos terminan integrando el Costo Financiero Total (CFT), sigla que desde las últimas subas de tasas ya se ubica encima del 100%, dependiendo del banco.
Según las últimas actualizaciones del Banco Central, la TNA para refinanciar gastos con tarjeta (o hacer revolving, como se conoce en la jerga financiera) es del 62% para montos menores a los $200.000.
Cuando lo refinanciado supera ese número, entra a jugar la tasa con límites previstos en la Ley de Tarjetas de Crédito, que toma como referencia el número para préstamos personales. En ese caso, y según informó el BCRA recientemente, el promedio es del 83% nominal anual.
Pero claro, a ambas tasas hay que sumarle el IVA y otros gastos que se incluyen en el Costo Financiero Total (CFT). Por ejemplo, en una de las entidades financieras, la tasa del 62% pasa a 107% y la de 83% pasa a 124%.
En otras palabras, hoy el costo de financiarse con la tarjeta hace que se duplique la deuda. Es el caso que podría aplicar, por ejemplo, para la compra de pasajes.
Con el fin de las cuotas para los viajes al exterior, una de las alternativas que sugería el BCRA es financiarse pagando el mínimo de la tarjeta. El problema, claro, es que ese monto total puede superar los $200.000 si se trata de cuatro tickets para una familia, entre otros casos.
¿Por qué es tan caro financiarse en la Argentina?
Además del avance de la inflación -la razón principal-, hay otras explicaciones que se esbozan desde el sector financiero. La que trascendió esta semana tiene que ver con lo impositivo: según la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), que nuclea a las entidades de capitales nacionales, el 44% del costo de tomar un préstamo es impuestos.
En otras palabras, por cada $1000 que se pagan de CFT, $440 son impuestos. Entre ellos están Ingresos Brutos, retenciones de IVA y de Ganancias, y tasas municipales por cajeros automáticos y sucursales.
“Mientras más impuestos afecten el costo del crédito (y más distorsivos resulten dichos tributos) menos financiamiento estará disponible para familias y empresas privadas, a la vez que mayor será su costo, y menor será el crecimiento económico y el bienestar de la población”, señala el informe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) para Adeba.
Según Ieral y Adeba, Argentina es el país de la región que posee menor volumen de préstamos y depósitos bancarios en relación a su Producto Bruto Interno (PBI). “La relación préstamos sobre PBI se conoce como “grado de bancarización”. Es decir, Argentina es el país con menor bancarización de la región; los préstamos bancarios representan el 10% del PBI, mientras que el promedio de la región es del 50%”, detalla el documento.
El problema de que haya un bajo grado de bancarización es que se limita “la capacidad de producción y consumo de la sociedad”, lo que a su vez “lleva a menor crecimiento económico y empleo”.