Sergio Massa estará en Washington la próxima semana para terminar de cerrar el nuevo acuerdo de revisión del Facilidades Extendidas, que marcará el ritmo de la relación entre el país y el organismo al menos hasta diciembre.
Aceptadas todas las cláusulas técnicas, incluyendo la devaluación del 22% implementada el lunes pasado y la suba de las tasas de interés, queda ahora que el Board del FMI cumpla su promesa y apruebe con mayoría importante el acuerdo cerrado a nivel técnico hace unos 15 días.
El ministro de Economía quiere hablar personalmente con los principales embajadores ante el Fondo de los países que más críticas le hacen a la marcha de la economía argentina, y buscará estar presente en el momento en que estas personas desfilen hacia el Directorio para aprobar el, por ahora, Staff Level Agreement y convertirlo en acuerdo formal y legal. No sin antes, obviamente, criticar abiertamente al país y la marcha de su economía.
Será otra oportunidad para que Massa despliegue en Washington la alianza formal que pudo armar con la funcionaria técnica más importante, quizá, en la historia del FMI. Y la que tiene la llave para que el acuerdo pase sin problemas por el Directorio. Se trata de la vinculación personal que lograron establecer el ministro de Economía y la subdirectora gerente del Fondo.
Sergio Massa y Gita Gopinath fueron quienes finalmente terminaron de resolver casi de manera personal los entuertos políticos y macroeconómicos que separaban las alternativas finales de un acuerdo Argentina-FMI, en lo que fue un ejercicio de comprensión importante de parte de la autoridad de Washington.
Esto junto con la capacidad de explicación de parte del ministro. Y el anuncio de que la devaluación se aplicaría en el momento político y el nivel porcentual apropiado, algo que el organismo terminó aceptando por la presión interna de la propia Gopinath.
Fue la economista norteamericana de origen indio quien aceptó las explicaciones de los funcionarios argentinos negociadores, para que la devaluación del peso se ubique en un nivel de no más de 22% (el FMI pedía más del 60%) y que se esperara que los tiempos políticos del Gobierno fueran más adecuados que una semana antes de las PASO. Massa finalmente cumplió con su promesa y la devaluación fue un día después.
Con la palabra sobre la mesa, Gopinath ahora espera al ministro para ayudarlo en Washington. La funcionaria ya había colaborado con la Argentina, al limitar las presiones del director gerente para el Hemisferio Occidental, Rodrigo Valdés, quien era cultor de un ajuste aún mayor para que Argentina recibiera el dinero comprometido.
Ya en la sexta semana de negociaciones, la funcionaria había intervenido a favor del país, reclamándole a Valdés sobre si en ese momento las conversaciones se habían estancado luego de que en la quinta semana negociadora (la segunda de mayo), las partes parecían cercanas a un acuerdo. La funcionaria norteamericana se había acercado a las pantallas de Zoom donde se negoció durante más de un mes, para conocer de cerca la situación que separaba a las partes de un acuerdo.
Respaldó a sus funcionarios de Washington, pero también pidió comprensión para la situación que vivía Argentina a raíz de la feroz sequía. Y, fundamentalmente, le reclamó al staff que comanda el exministro de Hacienda chileno que tuviera cierta visión política al reclamar ajustes severos en medio de una situación electoral complicada.
La llegada de Gopinath a las negociaciones fue vista en ese momento y ahora desde Buenos Aires como una buena noticia. Desde el arribo de Massa a Economía en 2022, se percibe que la relación técnica con la norteamericana resultó más resolutiva y rápida en la toma de decisiones. Al menos en los temas en los que la economista surgida de las filas del Fondo le tocó actuar.
Lo que se notó es que su peso ante el board es directo y efectivo; y que, si bien es una negociadora dura y poco amiga a las dilaciones, cuando define una discusión, esta termina ejecutándose sin mayores retrasos. Por caso, a fines del año pasado, fue la encargada de avalar la creación de una partida fiscal extra para poder atender al sector de argentinos más afectados por la crisis, que derivó en el bono de $45.000.
El plan había sido hablado directamente entre Massa y Gopinath durante la primera semana de octubre en la Asamblea Conjunta del FMI y el Banco Mundial de Washington, donde la número dos del organismo le dejó en claro al ministro argentino qué es lo que Argentina podía hacer y qué no para que el acuerdo continuara vigente. El aval funcionó aun cuando los miembros del staff técnico que comandaba el venezolano Luis Cubeddu estaban en contra de cualquier desviación.
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