Tres días después del espectacular robo que sacudió al Museo del Louvre, su presidenta Laurence des Cars enfrentó al Senado francés y reconoció deficiencias en la seguridad del edificio más visitado del mundo. “El sistema de videovigilancia exterior es insuficiente y necesita una renovación urgente”, aseguró ante los legisladores.
El asalto, ejecutado en apenas ocho minutos, dejó al descubierto la vulnerabilidad del museo que recibe a más de nueve millones de visitantes al año. Ocho piezas históricas, valuadas en más de u$s100 millones, fueron sustraídas de la Galería Apolo, donde se exhiben las joyas de la Corona francesa.
Des Cars explicó que, si bien las alarmas internas se activaron durante el hecho, las cámaras del exterior estaban obsoletas y no cubrían todos los frentes del edificio. En el sector afectado, detalló, solo había una cámara orientada en sentido contrario a la zona del robo.
La funcionaria, primera mujer en dirigir el Louvre desde 2021, ofreció su renuncia al Gobierno, pero la ministra de Cultura, Rachida Dati, la rechazó. “Este episodio es una herida enorme para la institución”, lamentó Des Cars, quien pidió además instalar una comisaría policial dentro del museo y reforzar la seguridad en las inmediaciones.


