En vísperas de la segunda mitad del año, la industria cárnica argentina encendió una señal de alerta que preocupa a productores, frigoríficos y consumidores: una combinación de factores —caída del stock ganadero, escasa oferta de hacienda terminada y expectativas de recuperación del consumo interno— podría derivar en fuertes aumentos en el precio de la carne vacuna.
La advertencia surgió durante un encuentro convocado por la Mesa de las Carnes, donde representantes del sector analizaron la situación crítica que enfrenta la cadena. Según datos recientes, el stock bovino nacional cayó a 51,6 millones de cabezas, lo que representa una pérdida de casi 2,6 millones de animales en los últimos dos años, producto de una prolongada sequía y ventas forzadas.
“Si este año se consolida la recomposición salarial, es probable que aumente el consumo interno —que representa el 70% de la producción— y no tendremos animales suficientes para responder a esa demanda. Eso también puede disparar los precios”, advirtió Sebastián Bendayán, gerente de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe (Cafrisa).
