La designación de Alberto Fernández como presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) es una demostración de que Argentina entiende como prioritaria la integración subregional como vía más eficaz y directa para avanzar hacia la unidad de la región.
Este hecho representa sin duda que continúan vivas las palabras bolivarianas que llamaban a constituir una nación de repúblicas.
La irrupción de los viejos proyectos unificadores que fueron concebidos por los libertadores del siglo XIX está lejos de construir un anacronismo.
Su fuerza se reposa sobre nuestra historia común en el origen mismo de la insurgencia mexicana por la independencia cuando José María Morelos invocaba los recursos y el apoyo de todo el continente para emprender su heroica lucha.
El prócer mexicano seria uno de los primeros en acuñar la expresión, luego olvidada y hoy en plena resurrección, de nación americana. El argentino Bernardo Monteagudo , ministro de San Martin en Perú y de luego de Bolivar, en vísperas del ingreso a un nuevo siglo, en la vorágine de un acelerado proceso de cambio, había llegado a Guatemala en 1823 coincidiendo con Jose Cecilio del Valle. Es allí donde leyó los escritos del ilustre guatemalteco, uno de los primeros en elaborar un proyecto de integración continental.
Antes aun que Bolivar, Cecilio del Valle proponía reunir un Congreso general para sentar las bases de la federación grande que debe unir a todos los estados de América.
Monteagudo escribiría al año siguiente el célebre" ensayo sobre la necesidad de una federación general entre los estados hispanoamericanos.
Y que San Martin afirmó en su momento: "Sólo tengo un partido, que es el del partido americano" y que Bolívar llamó al Congreso de Panamá en 1825 para constituir una confederación de repúblicas de la América criolla.
Nuestro siglo pasado contó con uno de los grandes pensadores integracionistas, fue Manuel Ugarte, embajador en la gran república mexicana en 1946 y designado por Juan Domingo Perón para demostrar que el más prominente de los hombres de la generación del 900, resultaba también el más representativo embajador argentino.
Ugarte no soló postuló en sus obras el urgente requerimiento de unir nuestros comunes destinos en el marco del acuerdo político, sino que señaló con aguda visión que todo país latinoamericano que se encierra en si mismo perderá la perspectiva , quedará aislado, podrá en peligro su soberanía y autolimitará el camino de su crecimiento económico.
"Sólo unidos, los países de historia habla hispana portuguesa podrán avanzar en la era de los grande bloques continentales". Frente a las transformaciones del mundo con el fortalecimiento de los grandes bloques económicos supranacionales, es indispensable que Latinoamérica construya un espacio económico común, la Nación Latinoamericana.
Por eso Argentina entiende como prioritaria la integración subregional como vía más eficaz y directa para avanzar hacia la unidad de la región.
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