Tomás D’Alessandro estuvo en once de las trece jornadas del proceso judicial en el Tribunal N°1 de Dolores: fue uno de los 87 testigos que brindó su testimonio. Estuvo también la madrugada del 18 de enero de 2020 en Villa Gesell y en la puerta del boliche Le Brique donde Fernando Báez Sosa fue atacado por un grupo de jóvenes. A Tomás también le pegaron, por lo menos, dos de los imputados que volvió a ver en el Palacio de los Tribunales en el marco de un juicio oral. Era amigo íntimo de Fernando, compañero del Colegio Marianista.
Tres años después del crimen, se conoce la sentencia contra los ocho acusados de matar con alevosía y premeditación a Fernando Báez Sosa. En la víspera de ese hecho, en la espera del veredicto, Tomás publicó una carta en sus redes sociales. La misiva también está acompañada por una foto inédita: los dos con anteojos de sol en medio de una fiesta, divirtiéndose. El mensaje tiene un agregado al principio y un apartado al final.
“Durante todo este tiempo y las experiencias vividas estuve reflexionando acerca de un montón de cosas, y quiero aprovechar el momento para decirle algunas palabras a todo aquel que le interese”, dice en el comienzo. “Para ir cerrando, quiero agradecerles a todos por sus mensajes y hacer un pedido que ya es más que conocido, pero que nunca está de más recordar. ¡¡¡JUSTICIA POR FER!!!”, describe al final. Lo que dice en el medio de ambos extractos se vincula a la muerte de su amigo pero no solo a eso. Escribió nueve veces la palabra involucrate y, no casualmente, lo hizo en mayúsculas.
“INVOLUCRATE. Simplemente eso. INVOLUCRATE para defender a un amigo, INVOLUCRATE para ayudar a alguien que lo necesite, INVOLUCRATE para darle un poco de paz a algún familiar que está pasando un mal momento, INVOLUCRATE para brindar un poco de luz en momentos oscuros, INVOLUCRATE aunque ello implique arriesgarse a uno mismo, INVOLUCRATE aunque tengas miedo y no sepas lo que puede pasar, INVOLUCRATE aunque otros te digan que no lo hagas, INVOLUCRATE aunque pienses que tenés todo para perder. No te hacés una idea de lo que podés generar simplemente con involucrarte. Nunca dejes que te gane el miedo. Animate a INVOLUCRARTE, y animate a HACER, porque la vida se trata de eso, de HACER. Empezá la carrera que tanto querés estudiar, postulate para ese trabajo que tanto buscás, decile lo que sentís a esa persona que tanto te gusta, embarcate en ese proyecto que tanto miedo tenés de empezar. Pero no te quedes con las ganas, porque la vida es demasiado corta como para arrepentirte por algo que querías hacer pero que no hiciste”.
En julio de 2018, Tomás había publicado dos fotos similares a esta última: abrazado a Fernando, con los mismos anteojos de sol, en malla y sin remeras, divirtiéndose en una fiesta. En ese entonces, escribió: “Ya pasaron 6 meses y seguimos pidiendo justicia como el primer día. Te extrañamos una locura, Fer”. Un día antes de que se conozca la resolución de los María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari vuelve a postear una foto con él, vuelve a reclamar por justicia y pide que todos se involucren.
Él lo hizo para defender a su amigo. Dijo que intentó defenderlo y que tres trompadas lo dejaron boca abajo. “Ahí me empezaron a pegar. Me agarré de las piernas o del pantalón de uno de los agresores. Después me solté y me pegaron una patada y, cuando me reincorporé, quedé cara a cara con un sujeto de contextura robusta al que, a partir de los videos, identifico como Lucas Pertossi”. En su declaración que dio el martes 3 de enero ante los jueces, agregó que escuchó a Matías Benicelli gritarle a Fernando: “A ver si volvés a pegar, negro de mierda”. Contó que les preguntó a uno de los rugbiers porqué le había pegado y le respondieron: “El problema no es con vos es con tus amigos”. Tras ello, refirió que se dio vuelta y vio a su amigo “boca arriba y ensangrentado”. A él lo atendieron en un hospital porque tenía “el labio cuasi partido, el ojo morado y golpes en el cuerpo”.
Su testimonio fue clave para la investigación porque ubicó a varios imputados en la escena del crimen y detalló cómo había sido la golpiza. Cada mañana llegaba junto a su mamá para escuchar los alegatos de la defensa, los argumentos de los abogados de los rugbiers, para volver a ver los videos del ataque, para mirar fijo a los atacantes, para recordar la noche trágica de ese verano de 2020 en Villa Gesell, a donde había ido con Lucas Filardi, Juan Bautista Besuzzo, Santiago Corbo, Julián García, Federico Raulera y Fernando para disfrutar sus vacaciones.
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