La pandemia por coronavirus, a tres años de su aparición en Wuhan, China, sigue azotando al mundo con 675 millones de infectados y 6,7 millones de muertos al día de hoy, según el relevamiento mundial que hacen los diferentes gobiernos.
Y en ese contexto, otra la organización sanitaria mundial Cruz Roja y Media Luna Roja Internacional ha elaborado un detallado informe sobre distintas características del impacto del coronavirus en el mundo.
“La pandemia de COVID-19 ha conmocionado la vida de personas y comunidades a un nivel y escala sin precedentes. Desde el comienzo de la pandemia, las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de todo el mundo han intensificado sus esfuerzos para prestar asistencia, comunicar información sobre los riesgos y colaborar con las comunidades, con apoyo del llamamiento mundial de emergencia de la Federación Internacional motivado por la COVID-19″, relata Jagan Chapagain Secretario General de la Cruz Roja Internacional en el comienzo del informe especial elaborado bajo el rótulo “Nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo”.
En el informe de 136 páginas dedicado al COVID-19 se comparten las conclusiones y enseñanzas de las actividades colectivas de al menos ciento ochenta (180) Sociedades Nacionales o países.
El mismo destaca las fortalezas fundamentales de la red de la Federación Internacional, su capacidad para actuar de forma innovadora y adaptarse rápidamente a los contextos operativos, manteniendo al mismo tiempo la confianza de las comunidades. El enfoque de la organización centrado en el fortalecimiento de la equidad y la resiliencia a nivel mundial ayudó a las comunidades asociadas a hacer frente a este desafío mundial. El citado informe consiste en una importante recopilación de enseñanzas de las Sociedades Nacionales y se centra en la solidaridad entre ellas y en su colaboración con las autoridades locales.
Uno de los puntos centrales del informe se pregunta ¿qué tan grave fue la pandemia en diferentes regiones, teniendo en cuenta los factores demográficos? “Las personas en países de ingresos más bajos son, en promedio, mucho más jóvenes que en los países de ingresos más altos, y las personas más jóvenes tienen muchas menos probabilidades de morir de COVID-19. ¿Cómo habrían sido las cifras de mortalidad si todos los países tuvieran poblaciones con el mismo perfil de edad? Para responder esto, la Cruz Roja elaboró un gráfico que muestra el exceso de mortalidad estimado para cada país, pero ajustando la cifra de exceso de defunciones utilizando la relación entre su Tasa de mortalidad por infección esperada ajustada por demografía y la mediana
“Esto significa que los países con una población más joven se ajustan hacia arriba y los países con una población más vieja se ajustan hacia abajo. Por un lado, debemos recordar que esta proyección no es real; tener una población más joven constituye un verdadero factor protector cuando se considera la mortalidad por COVID-19. Sin embargo, el impacto de la pandemia va más allá de la mortalidad: el gráfico probablemente también brinde una mejor idea de los números relativos de casos en diferentes países, y puede ser relevante para las comparaciones de otros efectos de la pandemia, como el número de personas con “COVID largo”, amplió.
Y continuó: “El exceso de mortalidad durante este período de tiempo (ya sea oficial o estimado) ciertamente incluirá defunciones que no se deban directamente a las infecciones por COVID-19, pero que son efectos indirectos de la pandemia (p. ej., falta de disponibilidad de personal médico) y de los intentos de mitigarla (p. ej., el cierre de clínicas), o que estén relacionadas con los efectos devastadores de la pandemia en las economías debido a la reducción de las exportaciones, del turismo, etc. Es probable que estos efectos sean más sentidos en países de ingresos más bajos. Por ejemplo, según una encuesta del Fondo Mundial aplicada a 32 países de África y Asia, las visitas de atención prenatal se redujeron en dos tercios entre abril y septiembre de 2020, y las consultas a niños menores de cinco años se redujeron en tres cuartas partes”.
“La Federación Internacional de la Cruz Roja tiene el deber de analizar los datos de manera que tengan sentido, en la medida de lo posible, para todos los países y todas las Sociedades Nacionales. El solo tener en cuenta las cifras de defunciones oficialmente reportadas significa utilizar datos que probablemente consideren a países en diferentes regiones y grupos de ingresos de manera muy diferente. Por eso, en este informe, hemos optado por centrarnos en el exceso de mortalidad estimado como medida del alcance y el curso de la pandemia. En países donde las estadísticas de salud son menos confiables, la pandemia fue mucho peor de lo que las estadísticas oficiales nos hacen creer: son tanto indicación de la precisión de los diferentes sistemas de estadísticas de salud como reflejo de cómo la pandemia afectó a diferentes países. Cuanto más pobre es el país, más probable es que tenga un sistema de estadísticas de salud menos efectivo que reporte menos defunciones oficialmente”, completó.
El caso de la Cruz Roja Argentina
En otro punto importante del profundo estudio, el mismo se preguntó ¿cómo fueron las Sociedades Nacionales que intentaron continuar con otro tipo de apoyo sanitario durante la pandemia? Y la respuesta la dio nuestro país mediante el caso expuesto de la Cruz Roja Argentina
“El trabajo de prevención, sensibilización y reducción del estigma en materia de VIH/ SIDA es una de las actividades establecidas en el Plan Estratégico de la Cruz Roja Argentina (CRA). Voluntarios y promotores de salud de filiales en todo el país desempeñan un rol activo en esta área de trabajo a través de campañas, giras, talleres, charlas, materiales de comunicación y distribución de preservativos, y la realización de pruebas rápidas. Este trabajo continuó durante la pandemia”, se leyó en el informe.
“En el punto máximo de la pandemia en Argentina, muchas personas se vieron obligadas a aislarse de acuerdo con las medidas gubernamentales. La CRA supervisó el funcionamiento del Parque Sanitario Tecnópolis, un centro de aislamiento con capacidad para más de 2000 personas. El centro fue un espacio de aislamiento temporal para personas de entre 18 y 50 años que habían sido diagnosticadas con COVID-19 pero no presentaban síntomas graves que requirieran aislamiento. El objetivo era el de garantizar un lugar de recuperación para pacientes en las mejores condiciones y evitar que otras personas se contagien. Esto fue especialmente necesario para personas que no podían cumplir con las medidas de aislamiento porque vivían en condiciones de hacinamiento o no tenían hogar o un lugar donde aislarse para evitar contagiar a otras personas”, continuó.