Cientos de personas se convocaron frente al altar en memoria de Fernando Báez Sosa, justo el lugar donde ocurrió la salvaje golpiza un día como hoy, hace tres años. Una agrupación local pidió que los ocho rugbiers sean declarados ciudadanos no gratos.
Hay que terminar con la violencia”, dice Fabián, un hombre de 41 años que llegó a Villa Gesell desde Florencio Varela, mientras mantiene la mirada fija en el cantero que se ubica a unos centímetros de donde sucedió la salvaje golpiza a Báez Sosa y donde se gestó un santuario en memoria del joven de 18 años.
En el árbol situado en la Avenida 3, entre las calles Buenos Aires y 102, sobresale un letrero de madera con el nombre de Fernando y un cartel que está fijado al tronco y tiene una leyenda con letras de goma eva: “Justicia es perpetua”, dice. A su alrededor hay rosarios colgados, medallitas, velas, cartas, estampitas, imágenes de la Virgen repartidas por cada rincón. También un inflable dorado del número 3.
Bajo un cielo gris, los primeros cantos se oyeron hacia las 19.25. “¡Justicia es perpetua!”, repitieron varias veces los manifestantes, acompañando con aplausos. “Fernando, presente”, gritaron después. Varios se amucharon en las escaleras del boliche Le Brique, donde había comenzado aquella violenta noche.
Mestre se subió al escenario con puntualidad y, al tomar la palabra, pidió por “el eterno descanso” de Fernando y por la “fortaleza para apaciguar el dolor que taladra los corazones” de los padres del chico, Graciela Sosa y Silvino Báez, quienes en paralelo encabezaban otra convocatoria en Dolores. “En comunicación telefónica, nos agradecen que estemos en comunión con ellos en este mismo momento”, reveló el referente católico.
La misa se desarrolló en medio de un clima de sumo respeto y el silencio fue el principal protagonista de la triste jornada. A continuación, el obispo llamó a “ser artesanos y constructores de la paz para romper el espiral de la violencia, honrar la memoria de Fernando y acompañar a Graciela y Silvino”. En ese sentido, dijo que las palabras de los padres del joven de 18 años, “cuando pidieron justicia pero no venganza, tienen que servir de ejemplo”.
La ceremonia religiosa se extendió por poco más de media hora. Antes del cierre, una vocera de la agrupación “Justicia por Fernando Villa Gesell” tomó el micrófono para hacerle un pedido al intendente local, Gustavo Barrera: la mujer reclamó que los ocho acusados del crimen sean “declarados ciudadanos no gratos por el resto de la vida” en la ciudad balnearia.
Las cientos de personas que escuchaban con atención acompañaron el pedido con aplausos, con el boliche abandonado a sus espaldas.
El local bailable que otrora era uno de los más concurridos ahora luce abandonado. Las paredes negras perdieron color y están sucias. Hay grafitis y un pedido de justicia escrito con aerosol entre dos corazones. Las fotos impresas y pegadas con el rostro de la víctima fueron carcomidas, solo perduran unas pocas que se ubican en un costado que no da a la calle.
La discoteca funcionó unos días después del crimen y ya no volvió a abrir sus puertas. En la actualidad no está clausurada. Sus dueños, si así lo quisieran, podrían volver a ponerla en funcionamiento. No obstante, no lo van a hacer, al menos hasta que concluya el proceso judicial, según pudo saber Infobae.
El triste homenaje se dio en paralelo al juicio contra los ocho acusados que se desarrolla en los tribunales de Dolores. Este miércoles finalizó la etapa de recepción de testimonios. La fiscalía y la querella harán sus alegatos el día 25 y la defensa lo hará el día 26.
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