Durante el primer año de la pandemia, circuló en la Argentina la cepa original del coronavirus detectada en pacientes en Wuhan, China. El año pasado, hubo una ola de casos de COVID-19, en el otoño y el invierno, con la variante de preocupación Gamma. Siguió la circulación baja de Delta y todo explotó con la mayor ola de casos en diciembre, con el primer sublinaje de la variante Ómicron (BA.1). Desde marzo, pasó a predominar BA.2 y hubo otra ola. Ahora, el Instituto ANLIS/Malbrán confirmó el primer caso de una persona que fue diagnosticada con la enfermedad COVID-19 causada por la subvariante de Ómicron BA.5, en una persona que había regresado de un viaje internacional.
Este primera caso fue detectado durante el análisis de las muestras ingresadas entre el 5 y el 11 de junio, cuyos resultados son los últimos publicados oficialmente. Pero, según pudo saber Infobae, la secuenciación de muestras posteriores a esa fecha —cuyos informes aún no fueron difundidos— constató que un 5% de las pruebas ya correspondían a BA.5.
Hasta ahora, tanto el Instituto ANLIS/Malbrán, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, y el Proyecto País, la iniciativa de vigilancia genómica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, no habían reportado la identificación de muestras de pacientes con la subvariante Ómicron BA.5. Lo que sí se había detectado antes era la otra subvariante cercana, Ómicron BA.4. Tanto BA.5 como BA.4 son motivo de preocupación mundial porque han aumentado su frecuencia en los casos de personas con la infección en todo el mundo y están impulsando nuevas olas.
Según el último reporte de vigilancia del Instituto ANLIS/Malbrán que llega hasta la semana del 5 al 11 de junio en sus análisis de muestras de pacientes, “la situación de variantes del coronavirus SARS-CoV-2 en Argentina se caracteriza actualmente por una circulación exclusiva de la variante Ómicron”. Se detalló que “la proporción de variante Ómicron en casos sin antecedente de viaje internacional ni relacionados con la importación se sitúa en un 100%, según la información registrada” entre las muestras analizadas por secuenciación genómica.
Pero los investigadores científicos, que incluye a Carla Voto, Elsa Baumeister, Josefina Campos y Carlos Giovacchini, señaló que en cuanto a los sublinajes de Ómicron en el período analizado, el porcentaje de BA.2 era del 70.3% hasta la primera semana de junio.
También agregaron: ”Adicionalmente, a la fecha se registra un caso de BA.4 cuyos antecedentes epidemiológicos se encuentran en investigación y un caso de BA.5 con antecedente de viaje internacional”. No se detalló la edad ni la residencia de la persona que fue diagnosticada con la infección por esa subvariante en el reporte (que se puede leer completo aquí).
Explicaron que los sublinajes BA.2.12.1 (que estuvo circulando más en Estados Unidos durante los últimos meses), BA.4 y BA.5 tienen la mutación característica que podría conferirles una mayor transmisibilidad y escape inmunitario. Esto último significa que podría aumentar el riesgo de que más personas que ya han tenido el coronavirus se reinfecten o que se viera reducida la protección de las vacunas para prevenir el contagio.
“El patrón de alta transmisión observado para Ómicron ha facilitado la aparición de mutaciones adicionales que definen diferentes sublinajes clasificados dentro la misma variante”, señalaron los investigadores argentinos. Desde el 1 de enero del año pasado hasta el 2 de junio de 2022 los investigadores del Malbrán han analizado y notificado 25.933 muestras de pacientes con el coronavirus. Dentro de ese total, 15.073 fueron estudiadas por secuenciación genómica y 10.860 detectadas por rt-PCR (tamizaje). Las muestras estudiadas incluyen casos confirmados que son seleccionados para vigilancia regular de variantes circulantes en población general, o por tratarse de cuadros graves, inusitados, personas vacunadas, casos sospechosos de reinfección y viajeros.
“Esos sublinajes se diferencian de otras versiones de Ómicron por algunas mutaciones de interés específicas. Por ejemplo, la mutación adicional en la proteína de la Espiga en la posición L452 (que ya habíamos visto en las variantes Delta y Lambda) se encuentra tanto en BA.2.12.1 como en BA.4/5 y facilita el escape de algunos anticuerpos y aumenta la infectividad viral”, señaló el científico Humberto Debat, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) e integrante de Proyecto País. “También la mutación F486V encontrada en BA.4 y BA.5 facilita el escape a diversos anticuerpos”, agregó.
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