Tras el fracaso del oficialismo en Diputados, distintas especulaciones comenzaron a circular sobre el futuro de la Ley Ómnibus. Una de las que más fuerza tomó tiene que ver con la posibilidad de someter el proyecto a la voluntad popular a través de un plebiscito. Sin embargo, Javier Milei terminó descartando esa propuesta. La decisión la tomó el propio Milei desde Israel, donde se encuentra de gira, tras evaluar al detalle las ventajas y los costos de la alternativa. “Ya hubo un plebiscito y sacamos el 56 por ciento”, le dijo el libertario a su mesa chica, haciendo alusión al resultado del balotaje. Según Milei, no tendría sentido intentar revalidar el apoyo popular conseguido hace tres meses: teme que, aun imponiéndose su propuesta, el porcentaje de votos positivos que consiga sea menor al del 19 de noviembre, erosionando su poder. Además, un presidente sólo puede convocar a consultas sobre temas de su propia competencia. Entonces, por ejemplo, no podría usarla para impulsar una reforma impositiva o modificar el código penal. Si se excede en la consulta, podría enfrentar demandas por inconstitucionalidad y la Justicia se la podría frenar. En este contexto, la única alternativa del primer mandatario parece ser sentarse a negociar con más flexibilidad o avanzar con un paquete de decretos.
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