En medio del tembladeral por las revelaciones sobre Alberto Fernández, el peronismo encontró un oasis con miras a futuro en La Rioja, donde la jura de la nueva Constitución provincial permitió trazar una bitácora sobre los nuevos liderazgos y las alianzas vigentes. Dentro de la danza de nombres para presidir el Partido Justicialista (PJ), los gobernadores pican en punta.  A la debacle electoral del año pasado y los numerosos desafíos que llegan desde la Casa Rosada se sumó el escándalo que tiene a Fernández en el centro de la escena. No es menor: más allá de ser un expresidente, también ostenta la conducción formal del PJ (actualmente está de licencia), un cargo al que se espera que renuncie en las próximas horas. Y aunque entre las filas peronistas optan por moverse con pie de plomo, fuentes celestes reconocen que los hechos de público conocimiento aceleraron los tiempos en la interna. Las elecciones están convocadas para el 17 de noviembre, en espejo a lo que ocurrirá en el PJ bonaerense el mismo día. Dentro del pelotón de dirigentes con intención de liderar, los jefes provinciales cuentan con territorialidad, caja y poder político, tres aspectos que potencian sus aspiraciones. Sería la piedra angular para ordenar a una tropa diezmada y sin conducciones claras.