El expresidente Alberto Fernández solicitó que la denuncia de su expareja Fabiola Yañez, por violencia física y mental, salga de la órbita de Comodoro Py y pase a la justicia federal de San Isidro, donde se tramita la causa por la Fiesta de Olivos.
La Justicia sorteó ayer la causa por violencia de género que se inició contra Alberto Fernández, luego de la denuncia de su expareja Fabiola Yañez. Y el resultado fue otro revés para el exmandatario: quedó nuevamente en manos del juez federal Julián Ercolini. El dato es que el exjefe de Estado había intentado recusarlo en otra causa que le sigue por presunta defraudación al Estado en la contratación de seguros, y de ahí el pedido de traspaso a San Isidro.
En rigor, el caso salió del juzgado federal 11, donde sigue tramitando la causa de los seguros, y a partir de ayer quedó en el juzgado 10, con la intervención de otro fiscal, Ramiro González. Sin embargo, el pedido de allanamiento en el departamento de Alberto Fernández lo firmó el fiscal Rívolo, que reemplazaba hasta la medianoche a su colega.
Durante la noche del viernes, ante la presentación del fiscal Rívolo, Ercolini ordenó el allanamiento en el departamento del expresidente y el secuestro de los teléfonos, que ahora serán peritados como el resto de los aparatos. Ese material también podría dar un vuelco en la causa de los seguros.
Fabiola Yañez se reunió este sábado por la tarde (hora de Madrid) con su abogada, Mariana Gallego, para definir su declaración ante el juez federal Julián Ercolini en la causa contra Alberto Fernández.
La ex primera dama preparó la ampliación de su testimonial en la denuncia por violencia de género con nuevas fotos y más detalles. Algunas de esas imágenes se difundieron el jueves, sin embargo, habría más pruebas que complicarían la situación del expresidente.
Por tal motivo, tras establecer el contacto vía telefónica con su clienta, la abogada viajó a España y allí Fabiola le presentó todas las pruebas que tiene: textos, audios, videos, fotos, documentos y papeles médicos. Le entregó toda la documentación de los cuatro meses de maltrato que asegura haber sufrido desde el momento en que Alberto Fernández le habría dado el golpe que le dejó la marca en el ojo.
Esa agresión marcó un antes y un después en la relación. Desde ese día, la ex primera dama no volvió a la casa familiar de Olivos y se trasladó con su pequeño hijo Francisco a la casa de huéspedes. Ya no fue libre de tomar decisiones, como supo por el relato de fuentes cercanas, estaba supeditada a las órdenes que recibía. Solamente salía para asistir a actividades oficiales, siempre fuertemente custodiada.
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