Los sorprendentes resultados de las PASO además de dejar varios interrogantes, abrieron la puerta a decenas de análisis respecto del escenario político actual y las chances de los tres principales candidatos en las elecciones generales de octubre.
Una de las primeras cuestiones a destacar tiene que ver con que tanto Mauricio Macri como Cristina Kirchner tuvieron razón al plantear -antes que nadie- que lo que se venía era un escenario “de tercios”.
En abril, cuando muchos empezaban a dar por muerto a Javier Milei, Macri aseguró en un almuerzo ante empresarios que el libertario se metería en el balotaje. Algo parecido planteó CFK el 28 de abril, en el Teatro Argentino de La Plata, cuando señaló a Milei como el adversario con el cual polarizar.
En segundo lugar, se confirma algo que en el mundo es una tendencia fuerte: el triunfo de la política de las emociones. Toni Aira Foix, un reconocido doctor en comunicación español, plantea que en la actualidad, la política se ejecuta en un “presente continuo” con base en las emociones. En este marco se ratifica la tendencia global hacia la polarización; no hacia el centro. La Argentina no es la excepción.
Con el triunfo de Milei volvió a imponerse una idea que comparten algunos de los pocos analistas de opinión pública serios del país: que el voto se resuelve con base en emociones en las 72 horas previas a la elección. Esto pasó esta semana.
El tercer eje de análisis tiene que ver con el mencionado escenario de tercios. A diferencia de Milei, los otros dos tercios -Juntos por el Cambio y Unión por la Patria- no son un único partido, sino una alianza heterogénea de espacios políticos muy distintos. El desafío de los tres es ahora salir a buscar el voto ajeno para diferenciarse y romper la paridad.
Milei, corrido a la derecha, tiene -en teoría- que salir a buscar los votos de personas que no comparten su manera de ver la vida. Es decir, los más tendientes a circular por la ancha avenida del medio. ¿Tiene Milei un discurso preparado para ello? El domingo por la noche, en “modo presidencialista”, el economista arrancó con un tono moderado que puede leerse en ese sentido.
Patricia Bullrich tiene un desafío todavía más complejo: la candidata del PRO debe salir a buscar los votos de Milei (a su derecha) sin descuidar los votos de centro que le podrían aportar figuras del filolarretismo (de centro, moderados) como, por ejemplo, Juan Schiaretti.
El desafío más duro lo tiene Sergio Massa: el ministro de Economía debe ir por los votos duros de centro y de derecha en un país en el cual la inflación acumulada va a llegar a los 150 puntos a fin de año, la pobreza infantil está en el 60% mientras sigue ocupando el cargo de ministro responsable de las áreas que causan esos problemas.
El cuarto punto tiene que ver con la Provincia de Buenos Aires, la “madre de todas las batallas” de cada cita electoral. Fue en ese territorio que se volvió a apreciar un fenómeno muy interesante que pocos preveían: el corte de boleta.
El gobernador Axel Kicillof salió primero en un distrito en el cual Sergio Massa perdió como candidato a presidente. Carolina Píparo, postulante del liberalismo, salió tercera incluso pegada a la boleta de Milei.
Esta situación expone que, al menos en el escenario bonaerense, Juntos por el Cambio está pagando el precio de no haber acordado con Milei. Lo que muchos se preguntan ahora es a dónde irán los 24 puntos que cosechó Píparo en las PASO. Esos votantes, ¿se parecen más a los del binomio Grindetti-Santilli; o a Kicillof? La respuesta parece ser clara: a Juntos por el Cambio. Sin embargo, la política no es matemática.
El ausentismo y la crisis de representatividad
Otro punto -quizás el más importante- tiene que ver con apenas el 69% del padrón fue a votar. Es decir que el ausentismo casi que “salió primero”, quedando cabeza a cabeza con Milei. Se trata de un mensaje muy poderoso a 40 años de la vuelta de la democracia que marca el fracaso de la clase política y una crisis de representatividad. Que más del 30% de la gente habilitada no haya ido a votar mientras que el primer candidato haya sacado algunas décimas más habla de que en la Argentina ganó el ausentismo.
Lo que es seguro es que, de repetirse los números de las PASO en octubre, el próximo presidente de la Nación tendría un gobierno muy pobre en términos de poder real porque -básicamente- no tendría bancas suficientes en el Congreso: con un tercio, ningún candidato se puede asegurar un caudal de votos en el parlamento que le permita hacer reformas importantes.