La gripe aviar llegó a Uruguay en febrero de este año, igual que a otros países de la región, a través de aves migratorias que luego contagiaron a animales de corral como gallinas criadas en los patios de viviendas, expresaron representantes del sector avícola.
La próxima etapa en la dañina propagación del virus de la influenza aviar H5 es que llegue a las granjas avícolas, por lo que los propietarios o los responsables ya se preparan para frenar ese proceso que podría provocar pérdidas millonarias.
"Este proceso se ha visto en todos los países y acá vamos en el mismo recorrido", declaró a la agencia de noticias Xinhua el director ejecutivo de la Cámara Uruguaya de Procesadores Avícolas (Cupra), Federico Stanham.
El 15 de febrero pasado, Uruguay reportó los primeros cinco casos de gripe aviar en cisnes de cuello negro, en la laguna Garzón, en la región oriente del país sudamericano, por lo que declaró "emergencia sanitaria" y días después confirmó un centenar de aves muertas en la zona.
Poco más de dos semanas después, el 3 de marzo, se confirmó un segundo foco que provocó el deceso de 70 gallinas y otras aves de traspatio en un establecimiento del departamento de Tacuarembó (norte).
La gremial empresarial Cupra no descarta brotes en granjas comerciales, al tener conocimiento de que la propagación del virus es rápida, por lo que los establecimientos deben tomar medidas drásticas ante la eventualidad, según la consideración del entrevistado.
"Se sacrifican las aves y se las entierra a cuatro metros de profundidad", comentó Stanham, también ex presidente del Instituto Nacional de Carnes.
Según las pautas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay se deben establecer dos círculos de fiscalización y monitoreo, uno a cinco kilómetros del foco y otro a 10 kilómetros, porque el impacto puede ser devastador.
De acuerdo con estimaciones de la Cupra, una granja de aves de postura de huevos que cierre durante seis meses perdería un año de producción, mientras que en un establecimiento de pollos parrilleros se perdería un semestre.
Algunas medidas sanitarias implican para granjeros familiares prácticas que transformarían los galpones en "laboratorios", debido a los cambios de ropa y desinfecciones que son necesarios.
Stanham advirtió que una desventaja en Uruguay es que la producción avícola está concentrada en el departamento de Canelones (sur), en un radio de entre 40 y 50 kilómetros.
"La amenaza existe y vamos a pasar una cuantas semanas con un nivel de estrés importante", agregó el entrevistado.
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