A pesar de que gran parte de los océanos permanecen sin explorar, se estima que más del 80% de las aguas profundas están inexploradas por razones físicas, oficinas internacionales como la UNESCO han encendido las alarmas al señalar que amplias partes de las aguas marinas se están convirtiendo en zona libre para la depredación del medio ambiente.
El riesgo concreto, según señalaron desde la Alianza de Alta Mar conformada por más de 40 ONG ecologistas y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, es que la mayor biosfera del planeta Tierra, enfrente un proceso de extinción debido a las malas prácticas pesqueras o de elaboración, a las explotaciones de recursos minerales extractivos y por la contaminación por plásticos.
Según la UNESCO, hacia fines del siglo XXI, cerca de la mitad de todas las especies marinas estarán amenazadas de extinción si no se llegan a acuerdos sustanciales entre las naciones.
Acuerdos para firmar un Tratado Global Oceánico que han fracasado en reiteradas oportunidades, ya se realizaron cinco rondas de negociaciones infructuosas desde el año 2018 para proteger la biodiversidad marina en zonas de aguas internacionales, porque en definitiva existen muchos intereses en juego y la necesidad de muchos países de asegurar alimentos para sus poblaciones.
Estamos hablando de recursos oceánicos que no solo abastecen de proteínas a los pobladores costeros, sino a cerca de 3.000 millones de habitantes de todo el mundo. La industria marina genera un valor de 3 billones de dólares anuales, lo que representa el 5% del Producto Interno Bruto mundial, o sea, la medida por la que se contabiliza la riqueza que se produce entre todos los países del orbe.
En ese sentido, la regulación existente en las denominadas “aguas de nadie” porque están ubicadas más allá de las 200 millas marinas desde las costas que están protegidas por los Estados soberanos, es escasa o se ha quedado corta.
Hace 40 años se aprobó la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar) que puede compararse con una Constitución nacional solo que en este caso para los océanos. En la actualidad, 51 gobiernos y un número similar de asociaciones científicas vuelven a sentarse para negociar un acuerdo complementario.
El Tratado Global de los Océanos intentará cubrir el vacío legal de la Convemar con respecto al tema de la biodiversidad marina ubicada en zonas que no forman parte de la jurisdicción de los países que tienen potestad hasta las 200 millas marinas. Se trata de crear una normativa para tres cuartas partes de las aguas oceánicas que no cuentan con protección legal.
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