Un devastador terremoto causó la muerte de más de 2.700 personas en una franja de Turquía y el noroeste de Siria, mientras que el gélido clima invernal se sumaba a la difícil situación de las miles de personas que quedaron heridas o sin hogar y dificultó los esfuerzos por encontrar supervivientes.
El sismo, de magnitud 7,8 y que se produjo en la oscuridad de una mañana de invierno, fue el peor que ha sacudido Turquía en lo que va de siglo. También se sintió en Chipre y Líbano. El terremoto derribó bloques de apartamentos enteros en ciudades turcas y sumaba más devastación a los millones de sirios desplazados por años de guerra.
Posteriormente, un segundo terremoto de magnitud 7,7 sacudió la región de Kahramanmaras, en el sureste de Turquía, informó la Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD) del país.
"Fue como el Apocalipsis", dijo Abdul Salam al-Mahmoud, un sirio de la ciudad septentrional de Atareb. "Hace mucho frío y llueve mucho, y la gente necesita que la salven".
El segundo sismo fue lo suficientemente grande como para derribar más edificios y, al igual que el primero, se sintió en toda la región, poniendo en peligro a los trabajadores de rescate que luchaban por sacar a las víctimas de entre los escombros.
"Nos sacudió como si fuera una cuna. Éramos nueve en casa. Dos hijos míos siguen entre los escombros, aún los estoy esperando", dijo una mujer con un brazo roto y heridas en la cara, hablando en una ambulancia cerca de los restos de un bloque de siete plantas donde vivía, en Diyarbakir, en el sureste de Turquía.
El terremoto fue el de mayor intensidad registrado en todo el mundo por el Servicio Geológico de Estados Unidos desde un temblor en el remoto Atlántico Sur en agosto de 2021.
En Turquía, la cifra de muertos ascendía a 1.6511, dijo el ministro de Salud, Fahrettin Koca said, mientras que los heridos sumaban al menos 11.119. En Siria fallecieron al menos 1.073 personas, según cifras del gobierno y de los equipos de rescate en la región noroccidental controlada por los insurgentes.
Las deficientes conexiones a internet y las carreteras dañadas entre algunas de las ciudades más afectadas del sur de Turquía, donde viven millones de personas, dificultaban los esfuerzos para evaluar y hacer frente al impacto.
Las temperaturas en algunas zonas podrían descender hasta casi el punto de congelación durante la noche, lo que empeoraría las condiciones de las personas atrapadas bajo los escombros o sin hogar. El lunes empezó a llover tras las tormentas de nieve que azotaron el país el fin de semana.
Se trata ya del mayor número de víctimas mortales de un terremoto en Turquía desde 1999, cuando un temblor de magnitud similar devastó la densamente poblada región oriental del mar de Mármara, cerca de Estambul, causando más de 17.000 muertos.
El presidente turco, Tayyip Erdogan, lo calificó de desastre histórico y el peor terremoto que ha sacudido Turquía desde 1939, pero afirmó que las autoridades estaban haciendo todo lo que podían. "Todo el mundo se está esforzando al máximo, aunque la estación invernal, el frío y el hecho de que el terremoto se haya producido durante la noche dificultan las cosas", afirmó.
Imágenes en directo de la cadena estatal turca TRT mostraron el derrumbe de un edificio en la provincia meridional de Adana tras el segundo sismo. No estaba claro si el edificio había sido evacuado.
En la ciudad turca de Diyarbakir, periodistas de Reuters vieron a decenas de efectivos de rescate que buscaban supervivientes entre un montón de escombros, lo único que quedaba de un gran edificio. De vez en cuando levantaban las manos y pedían silencio, en busca de señales de vida.
Unos hombres sacaron a una niña envuelta en mantas de un edificio derrumbado de la ciudad. Imágenes difundidas en Twitter mostraban dos edificios vecinos derrumbándose uno tras otro en la ciudad siria de Alepo, llenando la calle de polvo. Dos residentes de la ciudad, muy dañada por la guerra, dijeron que los edificios se habían derrumbado en las horas posteriores al terremoto.
En la ciudad siria de Jandaris, en la provincia de Alepo, controlada por los rebeldes, un montículo de hormigón, barras de acero y fardos de ropa ocupa el lugar en el que antes se levantaba un edificio de varias plantas. "Había 12 familias ahí debajo. No salió ni una. Ni una", dijo un joven delgado, con los ojos muy abiertos por la conmoción y una mano vendada.
Raed al-Saleh, de los Cascos Blancos sirios, un servicio de rescate en territorio controlado por los rebeldes conocido por sacar a personas de las ruinas de edificios destruidos por ataques aéreos, dijo que estaban en "una carrera contrarreloj para salvar las vidas de los que están bajo los escombros". La televisión estatal siria mostró imágenes de equipos de rescate buscando supervivientes bajo una intensa lluvia y aguanieve.
Habitantes de Damasco y de las ciudades libanesas de Beirut y Trípoli salieron corriendo a la calle y se subieron a sus coches para alejarse de los edificios en caso de que se derrumbaran, según testigos. Imágenes de la cadena CNNTurk mostraron que el histórico castillo de Gaziantep había sufrido graves daños. Erdogan dijo que 45 países se habían ofrecido a ayudar en las labores de búsqueda y rescate.
Estados Unidos estaba "profundamente preocupado" por el terremoto en Turquía y Siria y seguía de cerca los acontecimientos, dijo en Twitter el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.