Un día después de que un hombre armado palestino matara a siete personas en las afueras de Jerusalén y de que otro tiroteo en la ciudad hiriera a dos personas, el Ejército israelí declaró que estaba reforzando sus fuerzas en la Cisjordania ocupada.
Los ataques se producen al final de un mes de enfrentamientos crecientes y siguen a una incursión israelí en Cisjordania en la que murieron nueve palestinos, entre ellos siete pistoleros, y a los disparos transfronterizos entre Israel y Gaza que aumentaron el temor a una espiral de derramamiento de sangre.
El nuevo Gabinete del primer ministro Benjamín Netanyahu, que incluye a partidos nacionalistas de línea dura que han pedido medidas más enérgicas contra los palestinos, tenía previsto reunirse más tarde el sábado.
El atentado del viernes frente a una sinagoga fue el más mortífero en la zona de la ciudad desde 2008. El autor de los disparos, Khairi Alqam, era un palestino de 21 años residente en Jerusalén Este, según la policía. Atacó en una zona que Israel anexionó a Jerusalén tras la guerra de 1967.
La Policía dijo que había intentado huir en coche, pero fue perseguido por los agentes y abatido a tiros. Cuarenta y dos sospechosos, entre ellos miembros de la familia del pistolero, han sido detenidos, según la policía.
El incidente tuvo lugar en los alrededores de Silwan, barrio palestino de Jerusalén Este situado bajo las murallas de la Ciudad Vieja y donde los colonos israelíes han intensificado su presencia en los últimos años.
Los ataques subrayaron la posibilidad de una escalada de violencia tras meses de enfrentamientos en Cisjordania que culminaron el jueves con una redada en Yenín en la que murieron al menos nueve palestinos, la más mortífera de este tipo en años.
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