El papa emérito Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre a los 95 años, fue despedido por miles de fieles que desfilaron por la basílica de San Pedro en el primer día de su capilla ardiente. La conmemoración concluirá el próximo jueves con su funeral.
Según datos de la oficina de prensa del Vaticano, unas 65.000 personas pasaron ante el cuerpo del papa alemán.
Joseph Ratzinger, que en 2013 se convirtió en el primer pontífice en renunciar en los últimos seis siglos, yacía sobre un catafalco de tela dorada a los pies del Altar de la Confesión y del baldaquino de Bernini, sobre el lugar en el que, tal como indica la tradición, fue sepultado San Pedro.
Cómo es la capilla ardiente donde yace el cuerpo de Benedicto XVI
El cuerpo estaba vestido con los paramentos pontificios, la casulla roja (color del luto papal) sobre una túnica blanca, pero al no ser un papa “reinante” por haber renunciado, no se le colocó el palio, la estola blanca que se lleva sobre los hombros y que representa su jurisdicción.
La cabeza de Benedicto XVI estaba tocada por una mitra blanca de bordes dorados, en sus manos cargaba un rosario y el anillo que llevó durante su tiempo de emérito (su Anillo del Pescador, que evoca el poder papal, fue destruido) y calzaba un par de austeros zapatos negros, no los rojos que representan la sangre mártir.
Cerca de la capilla ardiente, una larga fila de personas daba la vuelta a la plaza de San Pedro y desfiló ante los restos del papa emérito alemán, escoltado por dos miembros de la Guardia Suiza, provistos de alabardas.
Muchos eran fieles que inclinaban la cabeza ante el pontífice o se persignaban, mientras que también había turistas que visitaban el lugar.
En el sitio estaba también la “familia vaticana” de Ratzinger, las personas que le asistieron en su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, entre ellas su secretario personal, Georg Gänswein, que recibió el pésame de algunos de los fieles.
También se hallaban algunas monjas y antiguos miembros de la Curia, como el cardenal y arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, con un bastón, o los también purpurados Camillo Ruini, en silla de ruedas, y el alemán Walter Kasper.
El de Benedicto XVI no será un funeral de Estado
Los restos fueron llevados a la basílica a primera hora de la mañana, primero en coche desde el monasterio en el que murió, en los jardines vaticanos, seguido con la procesión nocturna y silente de sus pocos colaboradores. Después fue cargado en andas dentro de la basílica.
Antes de que se abriera al público la capilla ardiente, se celebró una liturgia restringida con la presencia del jefe del Estado italiano, Sergio Mattarella, y la primera ministra, Giorgia Meloni.
Mientras el templo vaticano celebra estas exequias en su interior, fuera, en la plaza, algunos operarios ultimaban los preparativos del funeral del jueves, presidido por Francisco, algo inédito dada la inusual convivencia de dos papas la última década.
No será un funeral de Estado, al no tratarse de un pontífice “reinante”, aunque contará con delegaciones oficiales de Italia y del país natal de Ratzinger, Alemania. Otras autoridades podrán asistir, pero deberán hacerlo a título personal.
La tumba elegida por él mismo fue la que acogió los restos de su admirado Juan Pablo II, vacía desde que el cuerpo de este fuera expuesto en la superficie del templo, en mayo de 2011.