El presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó el lanzamiento de una ola de misiles de largo alcance sobre distintas ciudades de Ucrania, mayoritariamente sobre el centro, sur y este del país.
Este ataque se creía posible luego de que el Kremlin confirmara la muerte de tres personas tras un ataque con drones contra la base aérea rusa de Engels, a unos 700 kilómetros de Moscú y 600 de la frontera con Ucrania. Rusia acusó directamente a Kiev, aunque desde el Ministerio de Defensa ucraniano prefirieron no hacer comentarios.
No es el primer ataque que sufre Rusia en su propio territorio. Todos tuvieron dos denominadores en común: se realizaron con drones y tuvieron una respuesta temprana y masiva por parte de Putin. Lo mismo que sucedió anoche. La base fue atacada con un elemento aéreo no tripulado y el contraataque se produjo a las pocas horas.
Días de tensión y combate
”Esperábamos esta respuesta y por eso tenemos a las tropas en alerta”, reconoció uno de los comandantes de un batallón que se encuentra en el frente de batalla en la región del Donetsk. Su nombre de guerra es Highlander y la localización donde trabajan es secreta para evitar filtraciones a la inteligencia rusa y posibles ataques focalizados.
En la última semana, hubo distintos intentos de avance por parte de las tropas rusas. Los más concretos se concentraron en torno a la ciudad de Bakhamut, centro de los principales enfrentamientos cuerpo a cuerpo que se están dando en el este de Ucrania. Los bombardeos allí son incesantes a toda hora del día y los cambios de posición se repiten a cada minuto.
Es uno de los pocos puntos en los que Rusia tuvo la posibilidad de avanzar. En gran parte de la región, Ucrania logró ir recuperando paso a paso los pueblos ocupados. La mayoría de ellos quedaron completamente destruidos por el combate de estos diez meses de guerra y por las propias atrocidades cometidas por las tropas del Kremlin.