Las sanciones al petróleo ruso provocaron que los precios escalaran en el país norteamericano y dio lugar a que ambas naciones de América rompieran la distancia que mantienen hace años. El presidente Nicolás Maduro expresó que su Gobierno tiene la intención de "avanzar en una agenda que permita el bienestar y la paz" con la potencia del continente. No obstante, los opositores venezolanos y un influyente senador demócrata estadounidense mostraron su sorpresa y pidieron que no avance el diálogo.
El 7 de marzo se produjo un raudo cambio de panorama en lo que refiere a las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Venezuela luego de que ambos países confirmaran encuentros de delegaciones diplomáticas en Caracas, rompiendo un distanciamiento pronunciado que llevaba años de vigencia.
Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca, ratificó las reuniones donde se entablaron conversaciones directas. “El propósito del viaje a Caracas era discutir diferentes temas, entre ellos desde luego la seguridad energética”, apuntó la funcionaria.
La capacidad petrolera del país sudamericano cobra un valor mayor para Estados Unidos, que tendrá que paliar las consecuencias que generarán las restricciones de importación de la energía de Rusia y está buscando nuevas rutas para solventar la demanda de la población.
Por su parte, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, mostró entusiasmo luego del cónclave que mantuvo con la delegación estadounidense de alto nivel, donde transmitió su predisposición para “avanzar en una agenda que permita el bienestar y la paz” siempre y cuando sea “desde la diplomacia, el respeto y la máxima esperanza de un mundo mejor”.
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