La inflación en Estados Unidos registró el mayor aumento desde diciembre de 1981, según datos del Gobierno. El IPC creció 1% en comparación con abril, tras el modesto aumento del 0,3% del mes anterior, según informó el Departamento de Trabajo, muy por encima de lo augurado por los analistas, que esperaban que las presiones inflacionistas disminuyeran ligeramente.
Los datos mostraron que la gasolina se disparó un 4,1% en el mes, con grandes aumentos en la vivienda, las tarifas aéreas y los vehículos usados y nuevos.
La inflación desenfrenada de Estados Unidos está imponiendo graves presiones a las familias, obligándolas a pagar mucho más por los alimentos, la gasolina y el alquiler, y reduciendo su capacidad para permitirse artículos discrecionales, desde cortes de pelo hasta aparatos electrónicos. Los estadounidenses de bajos ingresos y los afroamericanos e hispanos, en particular, están luchando porque, en promedio, una mayor proporción de sus ingresos se consume en necesidades.
Los economistas esperan que la inflación disminuya este año, aunque no mucho. Algunos analistas pronostican que el indicador de inflación que el Gobierno comunicó el viernes -el índice de precios al consumo- podría caer por debajo del 7% a finales de año. En marzo, el IPC interanual alcanzó el 8,5%, la tasa más alta desde 1982.
La alta inflación también ha obligado a la Reserva Federal a realizar lo que probablemente será la serie más rápida de subidas de tipos de interés en tres décadas. Aumentando agresivamente los costes de los préstamos, la Reserva Federal espera enfriar el gasto y el crecimiento lo suficiente como para frenar la inflación sin que la economía entre en recesión. Para el banco central, será un difícil acto de equilibrio.
Las encuestas muestran que los estadounidenses consideran que la alta inflación es el principal problema del país, y la mayoría desaprueba la gestión de la economía por parte del presidente, Joe Biden. Los republicanos del Congreso están presionando a los demócratas sobre este tema de cara a las elecciones de mitad de mandato de este otoño boreal.
La inflación se ha mantenido alta incluso cuando las fuentes de la subida de precios han cambiado. Al principio, la fuerte demanda de bienes por parte de los estadounidenses que se quedaron atrapados en casa durante meses tras el paso del COVID provocó escasez y atascos en la cadena de suministro e hizo subir los precios de los coches, los muebles y los electrodomésticos.
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