Fuertes olas de hasta cuatro metros golpearon el litoral peruano, llevando a la Dirección General de Capitanía de Puertos (Dicapi) a cerrar temporalmente 81 puertos en el norte y centro del país. El fenómeno, conocido como "maretazo", afectó especialmente las costas cercanas a la frontera con Ecuador, causando el vuelco de embarcaciones artesanales, la destrucción de muelles e infraestructura turística, y dejando sin trabajo a miles de pescadores. Aunque las autoridades habían alertado sobre el posible oleaje desde el 25 de diciembre, su magnitud sorprendió a muchos. En lugares como Máncora, Cabo Blanco y Los Órganos, los negocios turísticos fueron gravemente afectados, y la comunidad pesquera, aún afectada por un reciente derrame de petróleo en Lobitos, sufrió otro duro golpe. La ONG Oceana Perú criticó la falta de preparación y la respuesta inadecuada de las autoridades ante el evento. En algunas localidades, pescadores artesanales intentaron salvar sus embarcaciones lanzándose al mar. Al menos 80 pescadores fueron reportados como desaparecidos.

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