Pese a las resistencias, dudas internas y limitaciones legales, cada vez que se le presenta la ocasión, Javier Milei repite una de las promesas más fuertes que hizo en materia de política exterior desde que asumió la presidencia: la Argentina mudará su embajada de Tel Aviv a Jerusalén como claro gesto de respaldo hacia Israel. Jerusalén es un lugar sagrado para las tres religiones monoteístas (católicos, judíos y musulmanes) y las Naciones Unidas le otorgó un status especial en 1948 al considerarla una “ciudad internacional” dividida en dos partes: una occidental, de Israel, y otra oriental -donde se encuentra la Ciudad Vieja- de Palestina, que se convertiría en la capital de un eventual Estado palestino, según las resoluciones de la ONU.A pesar de que, oficialmente, Israel designó a Jerusalén como su capital, son pocos los países que han decidido trasladar sus representaciones diplomáticas permanentes. La posición de la ONU y el vínculo con los países árabes han ejercido influencia para que eso no suceda. Estos fueron los mismos motivos por los que la Argentina nunca había planteado la posibilidad de realizar una mudanza.
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