Medellín, la ciudad colombiana que alguna vez se enorgulleció de su transformación urbana y cultural, se enfrenta hoy a una compleja realidad: el aumento del turismo sexual que en muchos casos incluye la explotación de menores de edad. El pasado 28 de marzo, un estadounidense de 36 años fue encontrado en una habitación en el hotel Gotham, ubicado en el barrio El Poblado, acompañado de dos niñas de 12 y 13 años. A pesar de que la policía tuvo pruebas materiales del presunto abuso, el sospechoso fue liberado y logró huir del país, generando cuestionamientos sobre posibles irregularidades en el procedimiento. El caso, al igual que otras similares ocurridos en la ciudad, revela la incapacidad —e incluso la complicidad— de las autoridades colombianas para combatir la trata de personas y el abuso sexual infantil. La Interpol, en colaboración con la Policía y la Fiscalía colombiana, emitió una circular azul en contra de Timothy Alan Livingston, acusado de explotación sexual de menores de edad. Según datos del Observatorio de Explotación Sexual Comercial De Niñas, Niños y Adolescentes (ESCNNA), en 2023 se reportaron 329 víctimas por delitos relacionados con la explotación sexual de menores en la ciudad. Una cifra alarmante que refleja la magnitud del problema.
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