Los independentistas texanos están de vuelta. El escenario los favorece. Parte de la frontera de Texas con México está militarizada por orden del gobernador republicano, Greg Abbot. La avalancha de migrantes que cruza ilegalmente la frontera es el tema central de la campaña electoral estadounidense a 9 meses de las elecciones presidenciales.
En ese contexto, un grupo separatista y ultraconservador texano quiere separarse de la Unión. Su lucha no es nueva. Texas fue parte de México, pero se independizó en 1836 tras una guerra impulsada desde la Casa Blanca, según historiadores mexicanos. Poco después, en 1845, el territorio se incorporó a los Estados Unidos.
Los nacionalistas texanos quieren reeditar la vieja república independiente. Sostienen que el TEXIT (el acrónimo que alude a la salida de Texas de la Unión, reeditando el Brexit británico) está muy cerca.
“El éxito del TEXIT, en este momento, es casi una certeza. Cuenta con un apoyo sustancial entre los votantes de Texas. El gobierno federal no muestra ningún deseo de reparar la relación entre Texas y Estados Unidos. Estamos seguros de que si el TEXIT se votaría hoy ganaría por un gran porcentaje”, dijo el presidente del Movimiento Nacionalista de Texas (TNM), Daniel Miller.
Por qué Texas está enfrentado con la Casa Blanca
El estado está en una virtual guerra con Washington por el combate contra la inmigración ilegal. Abbot, referente del ala más radical republicana, colocó boyas flotantes en el río Grande (llamado Bravo en la orilla mexicana) para construir un muro flotante antiinmigrante que desató un grave conflicto con el gobierno demócrata de Joe Biden. El enfrentamiento político continúa.
Además, el gobernador promulgó una ley que criminaliza a los migrantes que entran de manera irregular en el estado. La norma es durísima: los migrantes podrían terminar hasta 20 años en prisión. Pero hay más. Abbot cercó parte de la frontera con alambres de púa y anunció la construcción de una base militar en la ribera del río fronterizo para combatir la inmigración ilegal. Biden sostiene que eso le corresponde al gobierno federal.
Miller dijo que “la lógica detrás de nuestra búsqueda de la independencia es multifacética y refleja solidez económica, una identidad cultural única, preocupaciones de gobernanza y una creencia profundamente arraigada en la autodeterminación”.
“Texas cuenta con una economía que, si se considerara una nación independiente, se ubicaría entre las 10 principales a nivel mundial. Nuestra fortaleza económica está respaldada por diversos sectores como la energía, la tecnología y la agricultura, lo que subraya nuestra creencia en la capacidad de Texas para sostenerse como una entidad independiente”, afirmó.
Texas representa hoy más del 8% del PIB estadounidense.
Miller señaló que “los texanos poseen un fuerte sentido de orgullo estatal e identidad cultural, que es distinta y separada de la identidad estadounidense más amplia. Esta herencia cultural única, arraigada en nuestra historia como república independiente de 1836 a 1845, respalda nuestro argumento a favor de la autodeterminación y una gobernanza que se alinee más estrechamente con los valores y prioridades de Texas”, prosiguió.
Los secesionistas texanos consideran que el gobierno federal les da la espalda, en especial con la crisis migratoria. El movimiento independentista entregó en los últimos días una petición respaldada por 170.000 firmas para separar el estado de la Unión. En concreto, piden que el Parlamento estatal apruebe una ley de referéndum. No es la primera vez que lo hacen. Una solicitud similar fue elevada por el representante estatal Bryan Slaton en marzo de 2023, pero la iniciativa naufragó.
“Existe un sentimiento cada vez mayor entre los texanos de que el sistema federal deja cada vez más de representar nuestros intereses y valores, particularmente en temas como la inmigración, la energía y los impuestos”, resumió Miller.
En ese marco, Miller aseguró: “Creemos que una estructura de gobierno independiente reflejaría mejor la voluntad de los texanos y permitiría políticas que se alineen con las necesidades y aspiraciones de nuestro estado. En esencia, nuestro movimiento está impulsado por el principio de autodeterminación: la creencia de que los texanos deben tener derecho a gobernarse a sí mismos y decidir su propio futuro, libres de control externo”.
¿Es posible una secesión de Texas de los Estados Unidos?
Pero los sueños de Miller y sus seguidores chocan con la realidad. Analistas estadounidenses sostienen que su poder es marginal. “La crisis ha creado una situación que este grupo ha tratado de explotar para que sus puntos de vista parezcan más plausibles de lo que realmente son”, dijo Joshua Blank, director de investigación del Texas Politics Project en la Universidad de Texas, citado por AFP.
De hecho, un sondeo de Newsweek reveló este mes que el 67% de los texanos quiere seguir siendo parte de Estados Unidos.
Pero el escollo más grande que enfrentan los independentistas no es el respaldo popular, sino la propia Constitución estadounidense, como sucedió con las aspiraciones secesionistas de Cataluña, en España.
El abogado constitucionalista Rafael Peñalver, citado por la Voz de América, dijo que la carta magna no contempla una medida de este tipo. “Ahora se habla de que Texas quiere independizarse, algo que no contempla la Constitución norteamericana. No concibe que un estado se separe”, indicó.
Robert Tapia, profesor de ciencias políticas del Miami-Dade College, coincidió en que la iniciativa tiene muy pocas posibilidades de éxito. “Ningún estado ha logrado la independencia. En la Constitución no está escrito ni cómo entrar a la Unión Americana ni cómo salir”, afirmó.
No obstante, Tapia dijo que el texto señala que “cualquier cosa no mencionada por la Constitución debe ser delegada al gobierno estatal”. Por ello, los secesionistas se aferran a la posibilidad de que la iniciativa sea resuelta por la propia Texas a través de un referéndum.