La peste bubónica, también llamada peste negra, fue una de las enfermedades más letales de la Edad Media. Pero otra vez es noticia en pleno Siglo XXI, al conocerse un caso reciente en Estados Unidos. La infección bacteriana (Yersinia pestis) poco frecuente, pero grave transmitida por roedores y pulgas, fue detectada en un gato y su dueño en el condado de Deschutes, estado de Óregon. El paciente se habría contagiado al interactuar con su gato doméstico después de que el animal desarrollase síntomas. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC,por sus siglas en inglés), la forma más habitual de contagio de la peste bubónica en los seres humanos es a través de las mordeduras de pulgas transportadas por animales. Las mascotas también pueden contagiarse al adquirir las pulgas tras entrar en contacto con animales salvajes, como los roedores que el gato del paciente ha podido cazar. Si el animal enferma por la picadura del insecto, podrá transmitir la enfermedad a sus dueños por el contacto con tejidos o fluidos corporales, como las gotículas exhaladas al estornudar. Estadísticamente, los gatos son una de las especies más susceptibles de convertirse en vector de contagio de la peste, ya que buscan activamente roedores libres que cazar, y su sistema inmune es particularmente débil frente a la infección.
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