Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, no dejó pasar la oportunidad de reunirse con líderes de 11 países de América Latina para fomentar la ampliación de los llamados “bonos verdes” y facilitar la inversión de miles de millones de dólares en la región para contrarrestar “la trampa de la deuda” china, como él mismo llamó a los créditos de Beijing.
El presidente estadounidense acogió en la Casa Blanca a los mandatarios de Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Perú, República Dominicana, Uruguay, Canadá y Barbados, y a los ministros de Relaciones Exteriores de México y Panamá para la primera cumbre de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP), de la que todos forman parte.
“Estados Unidos ya es, con diferencia, la mayor fuente de inversión en América Latina y el Caribe, y vamos a asegurarnos de que nuestros vecinos más próximos sepan que pueden elegir entre la diplomacia de la trampa de la deuda y enfoques transparentes de alta calidad para las infraestructuras y el desarrollo”, afirmó Biden.
Estados Unidos acusa a China, socio comercial ineludible en la región, de utilizar la deuda para alcanzar objetivos estratégicos.
Para contrarrestar la creciente influencia de Beijing, Biden anunció que “la Corporación Internacional Financiera de Desarrollo de Estados Unidos y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lanzan una nueva plataforma de inversión para destinar miles de millones de dólares a la construcción de infraestructura sostenible” en América.
No dio cifras, pero el dinero se destinará sobre todo a “fortalecer las cadenas de suministro críticas, puertos modernos, redes de energía limpia (e) infraestructura digital” porque son “los componentes básicos” de “una economía competitiva y resistente”, enumeró.
Bonos verdes enfocados en la transición energética
La transición energética y la protección de la naturaleza también están en el punto de mira de Washington, que se compromete a promover, en colaboración con el BID, un fondo con bonos verdes, para invertir en activos respetuosos con el medio ambiente, y bonos azules, especializados en preservar los océanos y sus ecosistemas.
Durante la cumbre, que se celebrará cada dos años, los países abordaron uno de los temas esenciales a nivel regional: las cadenas de suministro, que han sufrido graves disrupciones a causa de la pandemia de covid-19.
En una declaración final conjunta reconocen que la situación podría repetirse, por ejemplo por el impacto del cambio climático. Por eso se proponen establecer las “cadenas regionales de valor y suministro más competitivas, inclusivas, sostenibles y resilientes del mundo” centrándose en tres sectores: la energía limpia, los suministros médicos y los semiconductores.
También quieren crear “un acelerador regional para emprendedores y programas para fomentar el desarrollo de la mano de obra, en particular en la economía digital”. “Ninguno de nosotros tiene una varita mágica para aumentar la productividad y generar buenos empleos y salarios más altos” pero los países de la APEP están “bien posicionados” para beneficiarse del ‘friendshoring”, les dijo. Este término acuñado por ella se refiere a la producción y aprovisionamiento en países aliados geopolíticos.
La problemática de la migración
América “puede convertirse en la región económicamente más competitiva del mundo”, afirmó Biden.
Pero debe superar desafíos como el cambio climático, las desigualdades de ingresos y sobre todo la migración ilegal, un quebradero de cabeza para el dirigente demócrata, a quien los republicanos acusan de no hacer lo suficiente para frenarla en la frontera con México.
Para conseguirlo, defiende abordar la crisis “estabilizando las poblaciones migrantes” donde se encuentren, proporcionándoles estatus legal y ayudas y promoviendo una migración “segura y ordenada” con programas que les permitan trabajar.
Estados Unidos realizó más de dos millones de interceptaciones de migrantes que cruzaron la frontera con México sin visa desde enero, unas cifras que juegan en contra de Biden para su reelección en las presidenciales de 2024.
La cumbre terminó en “un espíritu de apertura e inclusión” solicitando que se promueva la entrada en la APEP de otros países de América.