Emmanuel Macron y Marine Le Pen se enfrentaron en el debate televisivo presidencial, una remake de su anterior competencia en 2017. El debate era uno de los momentos más esperados de esta elección presidencial. Durante el tradicional intercambio, que se extendió durante 2 horas y 49 minutos, los aspirantes a ocupar por cinco años el Palacio del Elíseo cubrieron temas como poder adquisitivo, asuntos internacionales, ecología y pensiones.
Este “partido de vuelta” se presentaba para el jefe de Estado que busca la reelección en el escenario para defender los resultados de sus cinco anos de gobierno, pero también era el momento para que la candidata de la Agrupación Nacional (RN) despejara las dudas sobre una eventual administración de ultraderecha por primera vez en Francia.
Para Marine Le Pen, el debate era una oportunidad para remontar en las encuestas, que son favorables al actual presidente, el centrista y líder de La Republica en Marcha (LRM). Un mandatario que tenía todo por perder y para quien un empate resultaría en derrota. Una aspirante de ultraderecha, que con todas las de ganar, saliendo solo igualada provocaría cierta ventaja. Una elección definiéndose entre el desencanto con Macron o el veto a la llegada de la radicalización política al poder.
Cuando el programa “Le Débat” acababa de comenzar, con una presentación de los dos periodistas Léa Salamé y Gilles Bouleau, la voz de Marine Le Pen se escuchó antes de comenzar el orden dispuesto. La aspirante tuvo que disculparse, y aunque sonriendo, comprendía su primer fallido de la noche.
Si los primeros minutos fueron algo tibios con respecto al golpeado poder adquisitivo de los franceses, centrados en confrontar particularmente en el tema de la inflación y los salarios, fue la invasión de Rusia a Ucrania lo que caldeó el tono del intercambio. Mientras Marine Le Pen revelaba su posición sobre la guerra, Emmanuel Macron acusó a su competidora por haber tomado posturas favorables a Rusia, como la anexión de Crimea en 2014.
El presidente recordó sus vínculos con Moscú, al imputar: “Usted depende del poder ruso y del señor Putin. Unos meses después de decir eso, usted tomó un préstamo en 2015 de un banco ruso, cercano al poder”. Y para concluir: “No estás hablando con otros líderes, estás hablando de tu banquero cuando hablas de Rusia. Ese es el problema. Tan pronto como hay posiciones valientes y difíciles que tomar, ni usted ni sus representantes están allí”.
Marine Le Pen no negó la existencia de tal préstamo. Es un hecho de “notoriedad pública” que ella justifica por la negativa de los bancos franceses a darle crédito en su momento. Por otro lado, niega ser políticamente dependiente de Rusia. " Somos un partido pobre, pero eso no es deshonroso“, respondió la candidata, quien se describió como “totalmente libre “.
A pesar de trastabillar, Le Pen logró hacer mas amigable su imagen. Un posible "Frexit” o el tema de la inmigración se entrecruzaron entre imputaciones de “falsedad” y “deshonestidad”, ambos intentando lesionar las propuestas de su rival. La astucia del mandatario, que debía alejarse de una postura arrogante, puso a su contrincante muchas veces a prueba. Una posición incómoda, al menos por momentos para Le Pen, quien debió responder en un terreno que no le era beneficioso.
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